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Tus amigas, octubre 2022. La carta de Oliver.
Sylvia Plath | La rival
[traducción: GG]
Si la luna sonriera, se parecería a vos.
Das la misma impresión
de algo hermoso, pero aniquilador.
Ambos brillan con luz prestada.
Su boca en O apena al mundo; la tuya está inafectada,
y tu don principal es transformar todo en piedra.
Me despierto ante un mausoleo; estás acá,
golpeteando con tus dedos en la mesa de mármol, buscás cigarrillos,
maligno como una mujer, pero no tan nervioso,
y te morís por decir algo incontestable.
También la luna abusa de sus súbditos,
pero a la luz del día resulta ridícula.
Tus insatisfacciones, por otra parte,
llegan por el buzón con amorosa regularidad,
blancas y vacías, expansivas como el monóxido de carbono.
No hay día a salvo de noticias tuyas,
mientras paseás por África, tal vez, pero pensás en mí.
The Rival
If the moon smiled, she would resemble you.
You leave the same impression
Of something beautiful, but annihilating.
Both of you are great light borrowers.
Her O-mouth grieves at the world; yours is unaffected,
And your first gift is making stone out of everything.
I wake to a mausoleum; you are here,
Ticking your fingers on the marble table, looking for cigarettes,
Spiteful as a woman, but not so nervous,
And dying to say something unanswerable.
The moon, too, abuses her subjects,
But in the daytime she is ridiculous.
Your dissatisfactions, on the other hand,
Arrive through the mailslot with loving regularity,
White and blank, expansive as carbon monoxide.
No day is safe from news of you,
Walking about in Africa maybe, but thinking of me.
Sylvia Plath (Boston, 1932 – Londres, 1963), The Collected Poems. HarperCollins. New York. 2008. Traducción: Griselda García.
NB: Esta traducción puede variar de aquí a un tiempo. Gracias, vuelva pronto.
santa
vaciada
Blanca Varela
Raymond Carver
Foto: Evgeny Karchevsky
Melisa Gnesutta | El otro linaje
Todo lo nuestro
se hizo con ofrendas.
Los gajos de potus
la mesa donde comemos
las sábanas de la cama
todo regalo y herencia.
También mi cuerpo
y mi forma de hacer mundo.
Madre siempre me empujó al linaje paterno:
estos son tus antepasados
cruzaron el mar
fundaron un nombre
estas son sus comidas
toma vermouth como su abuelo
esa ira le viene del padre.
Sin embargo,
mi infancia fue un patio
con una mujer minúscula
moliendo maíz a las gallinas
las piernas suaves
las manos oscuras
los ojos de niña.
Madre de mi madre.
En esa casta de agua
crecí como un gajito
trepada al mandarino
y escupiendo las semillas
en su tierra.
Melisa Gnesutta (Río Cuarto 1984), Patios de verano. Cartografías. Río Cuarto. 2020.
Miryam Hache | Mi amiga dice que deberíamos congelar nuestros óvulos
Mi
amiga dice que deberíamos congelar nuestros óvulos.
Por
eso de que estamos en el pico de la fertilidad y luego ya nunca más
y
luego ya.
A
mí, que me gustan tantos lxs niñxs,
me
parece sensato,
y
entonces miro por la ventana y veo solo gente corrida por el viento
o
fui solo viento,
porque
no podría entrar
siquiera
en
la patética mercantilización de la vida
que
prosigue alimentada de monedas cada vez más etéreas yo,
si
quisiera,
no
podría abonar la cuota,
ni
el procedimiento,
ni
la expectativa de un refugio firme después del tiempo yo,
volví
a coger con hombres de otros países,
y
he vuelto a tener amigas de veintipocos años
y
ya ni sé si son ellas las avanzadas al mundo
con
sentimientos de rebeldía tan acordes a estar vivas,
con
la disconformidad del que piensa tan en la lengua,
o
si yo las elijo para preservar la idea
de
un futuro posible,
para
proyectar juntas,
la
idea de un futuro posible,
donde
todos somos lo que queríamos ser,
lo
que debíamos ser,
y
yo no era esta que sube a la cima de un cerro a buscar la redención
o
la iluminación en un retiro colectivo al desierto
yo,
ya
había entendido el absurdismo de Camus,
y
era Sísifo el héroe del sin sentido en en el ocaso
del
centro,
de
todos los centros trazados en mapas.
Pero
hace años que Sísifo ya no sube montañas,
y
se desplaza entre raves y ciudades,
entre
nosotras y planicies,
y a nadie le importa
porque estamos leyendo nuestras
cartas astrales online.
Andamos yermas pero hemos probado
casi todas las drogas,
y no, no sé amiga,
si me sigue preocupando
si criaré a los hijos de los otros
o si no criaré a nadie nunca jamás
y no serán mis células
reproduciendo la vida
entremezclada a las fauces del
capital.
Nosotras andamos
tan sin hijos
pero tan acompañadas
que quizá la vejez
llegue trenzada de hábitos
comunales y parques.
¿Yermas?
Vos que arrancaste mil proyectos
y viajaste a todas esas ciudades
y yo que leí tantos libros y tuve
tantos trabajos,
y nosotras que vamos ungidas de
brotes por todas las películas que hemos visto,
y todas las fiestas y tardes de
lagunas al sol,
y nuestros cuerpos
que han dormido en todos esos
aviones y barcos
tal vez nunca germinen más vida que
la nuestra,
y se deshaga aquella idea de un
futuro estable
en la explanada de una tierra tan
firme
como su manto de basura,
como la cadencia de la enfermedad
de aquellas madres,
de algunas madres,
que solo supieron ser madres,
y se anularon como artistas,
y se anularon como mujeres.
Nuestras propias y santas madres
que devinieron estampas de madres
y nos rompieron el corazón.
Tal vez aquella idea vetusta sobre
el futuro que vendría
deje de importarnos
y yo pueda acostarme con hombres y
mujeres de tantas edades
y entremos en un círculo vital,
en un hilo de música
en el que pueda escribir:
El futuro no existe y ya no me
importa.
Y sigamos metidas en la armonía del
bucle sin tiempo,
y todo aquello que debíamos ser
se nos quede adentro
del olvido más cierto.