era por la mañana;
esperaba
impaciente mi turno
en la carnicería,
cuando miré a
aquel bicho
colgado de unos
ganchos
bocabajo,
sus ojos cegados
de muerte
y de terror
y sentí que era
yo;
mi vida entera
allí, exhibida
en canal,
colgando
tragicómicamente
de unos siniestros
ganchos
pude haberles
gritado que era
yo,
pude haberles
montado
el numerito
circense del
poeta
pero ¿quién es poeta?
pero ¿qué es poeta?
y ¿qué sabe el poeta?
yo sólo sé lo que
vi allí
colgando una mañana,
mientras guardaba
cola
en la carnicería,
doblando de
impaciencia
entre mis dedos
el diminuto ticket
con
su número.
Pablo G. Bao (Palma de Mallorca,1950). "Poemas para cruzar el desierto". Colección Línea de Fuego, Oviedo, Asturias.
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