Literatura
Latinoamericana I/ Cátedra Colombi/ 2011/ Universidad de Buenos Aires.
Analice la importancia de la lengua y de la traducción como “zona de
contacto” y “utopía de comunicación” en los Comentarios
reales del Inca Garcilaso de la Vega.
El problema de la traducción es una constante en
los Comentarios Reales
del Inca Garcilaso de la Vega. La
preocupación por la lengua es central. El Inca no es sólo un traductor
cultural sino también un traductor específicamente vinculado a cuestiones de
lengua. En el texto que
precede a la obra advierte acerca de ciertos problemas en torno a la comunicación:
el conocimiento imperfecto de la pronunciación por una parte, y la posibilidad
de interpretar erróneamente el mensaje, por otra.[1] La
escena del malentendido acerca del nombre Perú
ilumina esta problemática:
“(…)
Le preguntaron por señas y por palabras qué tierra era aquella y cómo se
llamaba. El indio, por los ademanes y menos que con manos y rostros le hacían
(como a un mudo) entendía que le preguntaban, mas no entendía lo que le
preguntaba y a lo que entendió que era el preguntarle, respondió a prisa (…) y
nombró su propio nombre diciendo Berú, y añadió otro y dijo Pelú. Quiso decir:
“Si me preguntáis cómo me llamo yo me digo Berú, y si me preguntáis dónde
estaba, digo que estaba en el río”. Porque es de saber que el nombre Pelú en el
lenguaje de aquella provincia es nombre apelativo y significa río.”[2]
Los conquistadores
entienden lo que quieren y lo que les conviene. En esto Garcilaso es
contundente:
“Los
cristianos entendieron conforme a su deseo (…) y desde aquel tiempo llamaron
Perú a aquel riquísimo y grande Imperio, corrompiendo ambos nombres, como
corrompen los españoles casi todos los vocablos que toman del lenguaje de los
indios de aquella tierra.”[3]
Los objetivos de este re-nombrar
podrían haber sido, en mayor o menor medida, una forma de borrar la identidad
de los pueblos, ignorando su historia y reemplazándola por otra, la de los
vencedores. Según Colombi: “La
imposición de la toponimia fue una de las técnicas imperiales más efectivas de
borramiento de la memoria de una comunidad.”[4]
Garcilaso afirma que es
necesario conocer la lengua a fondo para comprender las prácticas sociales y
costumbres de los indios del Perú. Como sostiene Pastor: “El problema central que se plantea (…) es el de la comunicación, pero,
más específicamente, el de las condiciones de funcionamiento de una lengua como
instrumento de diálogo.”[5]
En el capítulo XXVIII del libro II, llamado “La
poesía de los incas amautas, que son filósofos, y harauicus, que son poetas”,
el Inca transcribe una canción en quechua: “Caylla llap / Puñunqui/
Chaupituta/ Samúsac”, que traduce: “Al cántico/ dormirás/ media noche/ yo
vendré”, y justifica la elección de los términos:
“Y más propiamente dijera: veniré, sin el pronombre yo, haciendo tres
sílabas del verbo, como las hace el indio, que no nombra la persona, sino que
la incluye en el verbo, por la medida del verso. Otras muchas maneras de versos
alcanzaron los Incas poetas, a los cuales llamaban haráuec, que en
propia significación quiere decir inventador.”[6]
Acá el Inca se ubica como intérprete, pero también exhibe
su profundo conocimiento de la lengua. La operación que realiza no es una
simple traslación de significado sino que implica un respeto al sentido
estético de la lengua original. Su versión mantiene la musicalidad y
acentuación de los versos.
A la luz de la hipótesis
de Pastor acerca de la “utopía de comunicación”, podríamos afirmar que la
utopía de los Comentarios Reales es
lograr una comunicación real, un diálogo verdadero.[7] Esto
tiene su ejemplo más certero en el Encuentro de Cajamarca. La falta de
entendimiento no habría sido tan grave si no hubiera llevado a la confusión y
la violencia.
Pratt llama zona de contacto a “el espacio en el que personas separadas geográfica e históricamente
entran en contacto entre sí y establecen relaciones duraderas, que por lo
general implican condiciones de coerción, radical inequidad e intolerable
conflicto.”[8]
Esa zona de contacto
constituye el trasfondo histórico sobre el que narra el Inca. Uno de procedimientos
que utiliza el Inca se ve en los pasajes en los que proclama su dominio de la
lengua de los indios, algo que lo hace erigirse en una autoridad en cuestiones
de lengua. En palabras de Rodríguez Garrido: “Garcilaso planteará, en efecto, en varias oportunidades, que el
desenlace trágico de la conquista obedece a la incomunicación lingüística entre
españoles e indios”.[9] Por este
motivo, declarará que los intérpretes empleados por los españoles son incapaces
de realizar su tarea a conciencia. El Inca se muestra como una autoridad única
acerca de las cuestiones de la lengua: “Yo,
como indio, doy fe de esto.”[10]
Para
concluir, podríamos afirmar que el papel que jugó la lengua en la expansión
imperial hispánica fue de gran importancia. Una obsesión de la época era
la necesidad de establecer una “lengua franca” que posibilitara la
colonización. Esto aparece evidenciado en la Gramática de Antonio de
Nebrija (1492): “La lengua siempre fue
compañera del imperio”,
cuyas ideas Garcilaso conocía y compartía.
Comparar las versiones náhuatl y española en capítulos a elección del Libro
XII de Sahagún y dar cuenta de las operaciones realizadas por autor.
La Historia general de las cosas de Nueva España (1555) de Bernardino
de Sahagún fue caracterizada como “la visión de los vencidos” por el crítico
mexicano León Portilla (1959), ya que narra la conquista de México desde la
óptica de los indígenas.
Sahagún elaboró cuestionarios en
náhuatl, valiéndose de los estudiantes del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco
avanzados en «romance» -latín y castellano- y peritos en náhuatl, su lengua
materna. Las preguntas inquirían acerca de dioses, ritos, creencias, medicinas,
plantas, entre otras cuestiones, y fueron distribuidas entre indios descendientes
de la nobleza. Los informantes mantuvieron el náhuatl aunque escribieron las
respuestas en caracteres latinos. Para cotejar su veracidad, Sahagún hizo tres
versiones de las respuestas, en lo que se conoce como la “técnica del triple
cedazo”. De acuerdo con Barisone, esos informantes dieron un testimonio
pluri-étnico (dada la confluencia indios-españoles) y pluri-lingüista (lenguas náhuatl
y castellano).[11]
Ya que los indios no tenían
escritura alfabética, se basaban en la cultura oral, por cuya vía aseguraban la
continuidad de costumbres e historia. Pero los franciscanos consideraban que
sin escritura no hay tal cosa como “historia”. En una verdadera maniobra de
colonización de la lengua, la memoria y el espacio, los españoles captaron el
pasado de nahuas y mexicas y lo volcaron al molde de las historias europeas. Sin
embargo, al evangelizar en náhuatl, una costumbre que comenzó a difundirse, los
frailes contribuyeron a difundir la lengua por distintos lugares.[12]
Para referirse a esta obra
resultaría más preciso hablar de Códice
Florentino, dado que aquél contenía ambas columnas, la del texto náhuatl y
el castellano, además de diversas ilustraciones.
Resultaría más apropiado hablar de versión de esta obra. Ambas versiones no
siempre concuerdan. Las versiones en distintas lenguas estaban destinadas a ser
leídas por diferentes lectores, tanto por el rey de España como por la
dirigencia indígena. A continuación, listaremos algunas cuestiones
problemáticas de acuerdo a las características de la obra. Según José Barisone:
“El
texto castellano no es una simple traducción del náhuatl, sino una versión
resumida, a veces comentada y simplificada por Sahagún. En unos pocos casos,
inclusive, los textos de ambas columnas no tienen relación, pues no tradujo
partes redactadas en la lengua autóctona.” [13]
En la versión en español se omiten
datos, por ejemplo acerca de los problemas y discordias entre los españoles.[14]
El tiempo verbal utilizado en la
versión en náhuatl es el presente, que genera un efecto de dramatismo y pervivencia
de la historia en el presente del pueblo. La versión de Sahagún, en cambio,
utiliza el pretérito. En este sentido, es ilustrativo el ejemplo citado por
Johansson:
“Texto
de Sahagún
“Partieron
los españoles de Iztapalapan todos aderezados a punto de guerra y en su
ordenança por esquadrones”.
Texto
en náhuatl
“Y
luego ellos se ponen en marcha para entrar aquí, a México: entonces se
preparan, revisten sus armaduras, se ciñen, amarran bien sus atavíos guerreros;
luego son sus caballos, que se ponen en orden, en rangos, en filas, en líneas”.[15]
En este párrafo se ve con claridad
que Sahagún no se apega al texto náhuatl sino que lo refiere, abreviándolo
significativamente. Podríamos afirmar que su interés no es transmitir la
expresividad del original sino informar sumariamente.
Hay gran cantidad de repeticiones,
propias de la lengua oral, dado que aquellas eran un modo de memorizar. Según
Johansson: “(…) la retención del pasado
indígena es esencialmente mnemónica y su expresión funcional es oral.”[16]
Las repeticiones contribuyen al
ritmo y musicalidad del texto. El efecto logrado es poético, aunque no podamos
asegurar que el resultado final tenga precisamente el valor de un poema.
Ejemplo de la cadencia de la versión
referida por Sahagún es este párrafo del
capítulo XIV, 13:
“Cuando
ya entraron a la gran casa real, a la mansión de los señores, dispararon sus
armas, las echaron a tiro. Retumban, se abren, hacen estruendo, echan chispas,
y el humo largo sigue, se difunde largamente: todo manchado en humo queda. El
humo se tiende, el humo se ensancha: cual hedor de ciénaga entra a la cabeza, a
todos marea.”[17]
La iteración de la palabra humo
estaría señalando multiplicación, aumento; así como también la sucesión de
acciones que lo precede genera la sensación de precipitación propia de la
situación que describe.
Ahora bien: como no conocemos la
lengua náhuatl, es preciso avanzar con cautela a la hora de realizar estas
afirmaciones. Dado el obstáculo insalvable de la lengua y la imposibilidad de
reponer sus significados, nos vemos en la necesidad de tomar “con pinzas” el
texto. Con respecto a esta cuestión, García Quintana asevera:
“En
cuanto a las múltiples formas reiterativas que se encuentran en el texto
náhuatl, no se puede asegurar con absoluta certeza que siempre se trate de una
característica de tal lengua; en ocasiones podrían ser producto del conocido
afán de Sahagún por recopilar vocabulario (…) es de notar que algunas veces el
mismo Sahagún es también reiterativo en el español, aun cuando use otras palabras,
y esto podría ser indicio de que su versión sufrió cierta influencia del
náhuatl por el contacto cotidiano que tuvo con esta lengua”[18]
El
procedimiento más notorio que realiza Sahagún sobre el texto náhuatl es glosarlo
para dirigirse a un potencial lector cristiano.[19] De
esta manera, el mensaje cambia radicalmente según el destinatario. En este
punto resulta inevitable citar el latiguillo: Traduttore, tradittore. Por momentos oscilamos, como si
estuviéramos ante un indecidible
deleuziano, entre pensar en lo perdido o en lo ganado. Si bien es cierto que en
el proceso de traducción siempre se pierde una parte importante del sentido
original, es innegable que algo de todo eso queda. A pesar de la necesidad de
tomar distancia del texto original por las cuestiones expresadas anteriormente,
resultaría muy valioso acceder a una versión más apegada al texto original. Más
allá de las cuestiones problemáticas citadas y por lo que se percibe como
resultado de nuestras lecturas, podemos advertir que la expresión oral de los
pueblos nahuas era de una notable riqueza y gran valor estético.
Bibliografía utilizada
§ Barisone, José Alberto. “La conquista de México en la
versión de Sahagún”. En: Telar. Revista del Instituto Interdisciplinario de
Estudios Latinoamericanos. Universidad Nacional de Tucumán, 2008.
§ ------------------------. Clase 31/8/11 Literatura
Latinoamericana I. UBA. Apuntes personales.
§ Colombi, Beatriz. Clase 2/9/11 Literatura Latinoamericana
I. UBA. Apuntes personales.
§ García Quintana, María José. “La traducción de Sahagún
del libro V del Códice Florentino”.
§ Garcilaso de la Vega, Inca. Comentarios Reales.
§ Johansson, Patrick. “La Historia General de Sahagún. De
la voz indígena al capítulo 15 del libro XIII: las tribulaciones editoriales de
un texto”. Estudios de cultura Náhuatl, n. 29, 1999, 209-241.
§ Pastor, Beatriz. “La razón utópica del Inca Garcilaso”.
En: Mabel Moraña, Indigenismo hacia el
fin del milenio. Pittsburg. Instituto Internacional de Literatura
Iberoamericana. 1998.
§ Pratt, Mary Louise. Ojos
imperiales. Literatura de viajes y transculturación. Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1997.
§ Rodríguez Garrido, José A. “La identidad del enunciador
en los Comentarios reales” en Rev. Iberoamericana, nº 172-173, jul.-dic. 1995.
§ Sahagún, Historia
general de las cosas de Nueva España. Edición y traducción de Ángel María
Garibay, México, Porrúa, 1959. (Libro XII)
§ Santos, Susana. Clase 2/9/11 Literatura Latinoamericana
I. UBA. Apuntes personales.
Bibliografía consultada
§ Brading, David A., "Un humanista inca", en Orbe Indiano. De la monarquía católica a la
república criolla, 1429-1867, México, Fondo de Cultura Económica, 1991.
§ Cornejo Polar, Antonio, Escribir en el aire. Ensayos sobre la heterogeneidad socio-cultural en
las literaturas andinas, Lima, Horizonte, 1994 (selección).
§ Seed, Patricia. “Failing to Marvel: Atahualpa´s Encounter
with the Word”. En Latin American
Research Review, vol. 26, núm. 1, 1991, p. 7-32.
§ Villoro, Luis, “Sahagún o los límites del descubrimiento
del otro”, Estudios de cultura náhuatl, n. 29, 1999, pp.15-26.
§ Zamora, Margarita, "Filología Humanista e historia
indígena en Los comentarios reales", Revista
Iberoamericana, 53: 140, julio-sep. 1987, pp. 547-558.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario