Marina Serrano | Variaciones Argerich



Marina Serrano | Variaciones Argerich


Extrañamiento del oído

Extraño la acción casi mecánica de contarte que
hoy llueve y quiero permanecer despierta,
lucho como los chicos para no terminar el día,
leer un poco más, escribir,
y mi cuerpo cansado, aun negándose, poco a poco, pierde
coordinación, se relaja, se va,
y solo quedan
mis oídos en la lluvia, mi corazón en la bañera
caliente, en la noche
mientras el agua da a un golpe a destiempo,
un auto salpica muy lejos, sobre la avenida de los castaños,
y en el eco de los mosaicos sonrío porque sé
que es a vos a quien dirijo mis palabras, sin importar cuáles,
y su existencia confirma
los actos más simples de mi vida,
los hace reales, el gol que busca su grito,
puño que se levanta ante el acierto,
oído privilegiado presto a completar
un diálogo amoroso,
lo sé, y te extraño,
aunque en algún momento, aquello que escucha, 
se dormirá también.


Superposición

Por la fuerza aprendí a tolerar el desdoblamiento,
existo, al menos, en dos vidas.
Temerosa de un choque instantáneo que destruya
la forma que me impulsa, o aquella otra,
en la que, al rozarnos, se suspende el juicio,
en ambas te comparto,
padres moribundos, exparejas, recuerdos
se pegan y despegan al presente como un residuo
transportador inevitable.
En ocasiones, intento aunar todo lo que soy,
colapso en mi propio nombre, en un barrio agradable de Bélgica,
compruebo que nuestra unión existe
y que, más allá de la paradoja,
la superposición espaciotemporal, el borramiento de planos,
también en esa realidad, te amo y soy
en vos, un vacío completo.


Madurez de una interpretación

Todos vieron ese final
automático, tan parecido a una sonrisa,
igual que hace años, tomaste de mis manos lo que te ofrecían,
y el soplido movió las aspas del molino,
llenó tu cara de luz
desplazando el mohín siempre mecánico, automático,
el gesto de agradecimiento, tantas veces repetido,
y nuestra posible realidad,
el aire en tus labios, giro inesperado de papeles, 
puso en tus ojos un poco de alegría,
mínima, pero a quién le importa.
Esa noche, en la habitación inmensa, no hubo otra manera,
y, últimamente, me conformo con poco,
tienen razón las voces y los muertos:
ni siquiera vos me hacés falta.



Marina Serrano (Quequén, 1973), Variaciones Argerich. Ediciones del Dock. Buenos Aires. 2019.

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