Sharon Olds | 1954



Sharon Olds | 1954


Entonces la mugre me asustó, por la mugre
que él puso en la cara de ella. Y su top deportivo
me asustó -los diarios, día y noche,
lo repetían -top deportivo,
como si las copas hubieran llamando
a los pechos alzarse -con él la enterró,
tal vez él nunca se preocupó por
sacarseló. Encontraron su bombacha
en un tacho de basura. Y yo temí a la palabra
eccema, como a mi acné y como a
la X en el papel que marcó su cuerpo,
como si él la hubiera asesinado por no ser perfecta.
Me asustó su nombre, Burton Abbott,
primer nombre que fue un apellido,
como si él no fuera alguien definido.
No había nada que se pudiera aprender de su cara.
Su cara era aburrida y ordinaria,
se llevó lo que yo creía que podía saber sobre
el mal. Él estaba flaco y solitario,
era horroroso, parecía casi humilde.
Sentí miedo de que la mugre fuera tan impersonal
y qué lástima sentí por el top deportivo
lástima y terror por el eccema
Y ya no pude sentarme sobre la manta
eléctrica de mi madre, y empecé a tener
miedo de la electricidad—
la buena gente, los padres, iban a
freírlo hasta la muerte. Esto fue lo que
sus padres nos habían estado diciendo:
Burton Abbott, Burton Abbott,
muerte a la persona, muerte al planeta Tierra.
Lo peor fue pensar en ella
lo que habría sido ser ella, estar viva,
ser conducida, viva, dentro de la cabaña,
mirar dentro de aquellos ojos, y ver al hombre.


1954

Then dirt scared me, because of the dirt
he had put on her face. And her training bra
scared me—the newspapers, morning and evening,
kept saying it, training bra,
as if the cups of it had been calling
the breasts up—he buried her in it,
perhaps he had never bothered to take it
off. They found her underpants
in a garbage can. And I feared the word
eczema, like my acne and like
the X in the paper which marked her body,
as if he had killed her for not being flawless.
I feared his name, Burton Abbott,
the first name that was a last name,
as if he were not someone specific.
It was nothing one could learn from his face.
His face was dull and ordinary,
it took away what I’d thought I could count on
about evil. He looked thin and lonely,
it was horrifying, he looked almost humble.
I felt awe that dirt was so impersonal,
and pity for the training bra,
pity and terror of eczema.
And I could not sit on my mother’s electric
blanket anymore, I began to have a
fear of electricity—
the good people, the parents, were going to
fry him to death. This was what
his parents had been telling us:
Burton Abbott, Burton Abbott,
death to the person, death to the home planet.
The worst thing was to think of her,
of what it had been to be her, alive,
to be walked, alive, into that cabin,
to look into those eyes, and see the human


Sharon Olds (San Francisco, 1942). Traducción: Natalia Coluccio.

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