Liliana Campazzo | Escritos en el vidrio





Liliana Campazzo | Escritos en el vidrio



VIII

Hoy tengo que pelar esta naranja que es el día
y en las ventanas destrozadas en la infancia
hacer volar palomas
las piernas cruzadas las manos frías la boca abierta
enhebro la aguja de coser  con agua
zurzo o bordo o tejo
nada dura
escribo en agua 
alguien vino a decirme donde estoy
la que no soy está llamando.


XIII

Sylvia Plath escribía un poema para el cumpleaños
decía que no era mas que boca, que su corazón un geranio detenido
que sé yo las cosas que decía
ella no esta acá para explicarme nada
sin embargo 
cuando mi cabeza se metió al horno 
tuve que pedirle  
un rincón tranquilo
Ella escribía sobre un vidrio mejor
en su vientre un caballo
ella paría cachorros
trazaba mapas
comía lámparas
podía recordar la lengua sobre el pezón
gritaba Sylvia Plath y era lengua dentro de la boca de su madre
apenas rastro de un dedo sobre una ventana empañada soy
una araña olvidada sobre una maceta
soy la que barre
mientras mi perro olisquea mis plantas.


IV
  
El juego lo había inventado en la infancia
primero eran ojitos que miraban después besos
apoyar la cara sobre el vidrio helado sigue siendo hoy un placer doloroso
igual al de sentir la mano fría de un hombre por la espalda.
Después empecé a escribir en letras góticas mi nombre
dibujaba al lado una flor de lis
no quedaba ventana en los pasillos en los que no apareciera 
la huella de mi dedo flaco
la monja protestaba
rezaba rosarios para perdonar los vidrios escritos
rezaba rosarios para borrar lo escrito
rezaba rosarios
aprendí la brevedad de una palabra en el apuro
no ser vista era importante
igual que hoy 
no ser vista
seguir el juego
nada de papeles ni tinta negra
no ser vista.


IX

Unos treinta kilómetros
fueron la distancia 
que puse para ser otra.
El mar a mis espaldas
en la silla mi blusa
libros en el suelo
algunos huecos en la biblioteca
pequeños espacios de tiempo
que cuelgan del aire
en el temblar de la cortina.
A través de mi ventana veo la ruta
esa posibilidad de escape
donde las vidas transcurren a ciento veinte
y la tristeza no se ve
voy al trazo 
mi dedo flaco
esboza apenas un círculo en mi pecho
el latido del pezón 
la urgencia del poema.


Liliana Campazzo (Buenos Aires, 1959), Escritos en el vidrio. Llanto de mudo. Córdoba. 12008.

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