Santiago Espel | 0/7
vuelvo a la hoja como vuelve el primer rayo
de sol de la mañana, linterna diurna, por asalto,
a sus rincones de la mesa dormida; el manchón
de las flores sobre el ajado hule y la pedrería diminuta
del azúcar, desayuno de las moscas, jarabe de los muertos;
es apenas una penitencia impuesta por la vocación
o la melancolía adherida como el musgo
o el apellido que nos trae y nos lleva de los pelos;
sacar la palabra con sangre para que el poema sea
una mancha vertical en la hoja, apenas un equilibrio,
una aspereza oscura y apagada que se lava recién en los ojos;
ahora vuelve el hijo que empuja contra la derrota
sus juguetes de adentro que le quedarán algún día chicos;
que me libren de marca los que escriben sobre lo escrito,
yo sólo paso el trapo por el hule, la palabra por la hoja,
yo apenas doy un equilibrio vertical sobre lo dicho;
eso sí: traigo el hijo para que sea un adicto a la vida;
porque es una penitencia el silencio, una vocación la luz;
... paso el peine y remuevo la inmundicia:
que me liberen los que escriben sobre lo escrito;
eso sí: que me cuelguen de los pulgares, si donde
tengo que llorar, si donde tengo que escupir, me río;
Santiago Espel (Buenos Aires, 1960), La penintencia. Ediciones La Carta de Oliver. Buenos Aires. 2012.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario