Protegida por la oscuridad,
húmeda recorre el suelo
debajo de todas las cosas.
Ignora lo que ocurre en la tierra
y en otros planetas del espacio.
No ha visto nunca las estrellas,
ni el perro que le orina encima.
Ciega a sus anillos no sabe
que sus túneles oxigenan
las plantas del jardín,
del asco de la nena cuando
corta una rosa y la descubre
confundida en un pétalo caído
una noche cualquiera.
Tampoco sabían los chinos
que la muralla sería la única obra
humana visible desde la luna,
sólo supieron de las generaciones
de hombres que se morían mientras
la construían.
Los animales no necesitan
conocimientos para sobrevivir.
La lombriz tampoco.
Con el instinto le basta.
Toca con sus patas el agua
de la regadera de jardín
que una señora le arroja
desde el mundo de arriba
y se escabulle de la luz
y de las heladas.
Muere en la boca del pescado
pero se reproduce incesante:
ciega, solitaria, tenaz,
fecunda la tierra.
Marcelo Leites (Concordia-Entre Ríos, 1963), Resonancia de las cosas, Ediciones En Danza, 2009.
Me encantó!
ResponderBorrarUn tema ríspido del que saca una belleza inigualable.
Gracias por compartirlo.
Un abrazo (ya me anoté de seguidora)
Mónica.