David Mayor, Vivisección y taxidermia


Empezaste a frecuentar los prostíbulos
para que las putas llenaran tu corazón de manoseados halagos.
Y aunque tus amores también son amores inauditos
nunca tuviste una amante judía que te besara los nervios
ni conociste a meretrices mulatas que entendieran tu pánico
a la soledad de ser hombre sin la humanidad necesaria,
que compartieran esa afición tuya a deambular
por la ciudad agarrotada que te ha tocado en suerte.
Sin embargo, insistes en la impostada compañía;
son calles apartadas que te sirven de cobijo
cuando la ligereza definitivamente ha sido clausurada
y nadie te da otra noticia que malos pespuntes.
Acaso porque prometan con quirúrgico tino lo que sirve:

adecéntate con lo que tengas, aun con lo que no,
pero no rumies más, no hartes al que te huye
porque no quiere detenerse a saborear lo tuyo;
hay que salvarse como sea del olvido, entérate
de una vez, que el amor no es cierto si nadie te ama
pero existen maquillajes excelentes, un mullido
que da el pego y ojos que incluso miran.


David Mayor (Zaragoza, 1972), Veinticinco poetas españoles jóvenes. Antología, Hiperión, 2003.

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