Marguerite Duras | El mal de la muerte (fragmento)
Otra tarde usted lo hace, como estaba previsto, duerme con el rostro en lo alto de sus piernas separadas, contra su sexo, ya en la humedad de su cuerpo, allí donde ella se abre. Ella lo deja hacer.
Otra tarde, por distracción, usted la hace gozar y ella grita.
Usted le dice que no grite.Ella dice que ya no gritará más.
No grita más.
Jamás de ahora en adelante ninguna otra gritará por usted.
Quizás obtenga usted de ella un placer hasta entonces desconocido para usted, no lo sé.
Tampoco sé si percibe el sordo y lejano zumbido de su goce en su respiración, en ese suavísimo estertor que va y viene de su boca al aire exterior. No lo creo.
Ella abre los ojos, dice: Cuánta felicidad.
Usted le pone la mano en la boca para que se calle, le dice que no se dicen esas cosas.
Ella cierra los ojos.
Ella dice que ya no lo dirá más.
Ella pregunta si ellos sí hablan de eso. Usted dice que no.
Pregunta ella de qué hablan. Usted dice que hablan de todo lo demás, que hablan de todo, excepto de eso.
Marguerite Duras. El mal de la muerte. 1982.
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