Laurie Anderson | El corazón de un perro
Hay un ejercicio budista llamado la Meditación Madre. Y lo usás cuando no podés sentir nada. Tratás de encontrar un solo momento cuando tu madre realmente te amó sin ningún tipo de reservas. Y te enfocás en ese momento. Y después te imaginás que vos fuiste la madre de todos y todos fueron la tuya. Y busqué y busqué ese momento, pero siempre se me escapaba.
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Vivíamos junto a un lago y cada invierno se congelaba. Patinábamos por todos lados. Una tarde, estaba yendo a casa desde el cine, estaba empujando a mis hermanitos menores Craig y Phil en un cochecito. Había decidido llevarlos hasta la isla para mirar la luna que estaba apareciendo. Pero cuando nos acercamos a la isla, el hielo se quebró y el cochecito se hundió en el agua oscura. Mi primer pensamiento fue "Mamá me va a matar". Y me acordé de los pompones de sus gorros mientras desaparecían en el agua oscura. Entonces me saqué la campera y me tiré en el agua congelada y nadé hacia abajo y agarré a Craig y lo subí y lo dejé en el hielo. Entonces me volví a meter, pero no pude encontrar el cochecito. Se había hundido en el barro debajo del hielo. Entonces volví a meterme y finalmente encontré el cochecito y Phil estaba atado y arranqué la correa y lo saqué y lo empujé hasta el hielo. Entonces corrí hasta casa, un mellizo en cada brazo, congelados y gritando. Entré corriendo y le conté a mi madre lo que había pasado. Y me dijo: "Qué bien que nadás". Y "no sabía que buceabas tan bien". Y cuando pienso en ella ahora, me doy cuenta de que ése era el momento que estuve tratando de recordar.
Laurie Anderson (Illinois, Estados Unidos, 1947), El corazón de un perro. Traducción: Patricio Grinberg. Bikini Ninja. Paraguay. 2017.
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