Cliff Spohn
Angélica Olcese | Poesía cotidiana
Te dejé olvidada
en el armario,
saliste por la cerradura,
te puse esposas en los pies
te cosí los ojos
te enseñé a callarte.
Nunca obedeces
y te asomas en la sopa,
en la sed y en la flor desbordada
y torpe que no quiere morir
sin que la mire.
En la minúscula hormiga raquítica
que llegó como pudo a mi mesa de luz
por la mañana, estás.
Poesía del aire transparente
inasible, torpe, hueca, innecesaria,
presente como una media o un zapato,
cargada de melancolía
alegre, si está por venir la primavera
rota, si le duele la cabeza
o si la desertud la hirió por el costado.
Hoy no me llames
déjame dormir
cuando no duermo.
Ven a tierra
concéntrate en mis manos
no te distraigas por nada,
huele la semilla, la gaviota,
las flores que planté y no florecieron
las que no pude ver y están intactas.
No te olvides tampoco del pan y sus sabores
acuérdate del vino y la cebolla
alumbra lo que no hay.
No te distraigas.
Angélica Olcese (Santiago de Chile, 1940), La mano que escribe. Ediciones Del Copista. Córdoba. 2007.
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