Charles Simic | Hotel Insomnio



Charles Simic | Hotel Insomnio


Me gustaba mi pequeño agujero,
su ventana daba a un muro.
El vecino tenía un piano.
Algunas tardes al mes
un viejo inválido venía a tocar
"Mi cielo azul".

Por lo general, sin embargo, no había ruidos.
En cada habitación una araña con abrigo de piel
cazaba su mosca con redes
de humo de cigarrillo y ensoñación.
Tan oscuro,
que no podía ver mi rostro en el espejo de afeitar.

A las cinco de la mañana, arriba, el sonido de pies descalzos.
La "Gitana" vidente,
que tiene su tienda en la esquina,
va a mear después de una noche de amor.
Una vez, también, el sonido del llanto de un niño.
Tan cerca se oía que, por un momento,
pensé que era yo quien lloraba.


Nubes a la vista

Parecía el tipo de vida que queríamos.
Frutillas con crema por la mañana.
Sol en cada cuarto.
Nosotros caminando desnudos junto al mar.

Ciertas noches, sin embargo, algo
nos inquietaba.
Como actores trágicos en un teatro en llamas,
con pájaros sobrevolándonos,
los pinos negros, extrañamente quietos,
las piedras, ensangrentadas por el atardecer.

Volvíamos a nuestra terraza a beber vino.
¿Por qué siempre ese pálpito de un final aciago?
Nubes, en apariencia casi humanas,
se avistaban en el horizonte, por lo demás agradable
con el aire templado y el mar en calma.

De pronto, la noche sobre nosotros, sin estrellas.
Tú enciendes una vela, la llevas desnuda
a nuestro cuarto y la apagas enseguida.
Los pinos negros y los pastos, extrañamente quietos.



Primavera

Esto es lo que vi - nieve sucia en el suelo,
tres mirlos acicalándose,
y mi vecina saliendo en camisón
a colgar la ropa de su marido en la soga.

El viento de la mañana dificultaba el tendido.
Le alzaba tanto el camisón,
que tuvo que parar
y cubrirse, mientras reía a carcajadas.



Charles Simic (Belgrado, Serbia, 1938), Hotel Insomnio. Traducción: María Negroni y Federico Barea. Zindo & Gafuri.  Buenos Aires. 2017.

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