Silvia Camerotto, La grosse fugue.


Silvia Camerotto, La grosse fugue. Ediciones Del Dock. 2012.

En La grosse fugue Camerotto desacraliza los temas prestigiosos -que abundan en la poesía- e incluye lo cotidiano en su registro: “Bajo el discreto encanto de la pantalla japonesa/ de la cocina escribo/ la lista del supermercado” (“Continuum”, p.20). “Bajo el encanto de una ristra de ajos/ agotamos los cuerpos” (“Fiesta”, p. 26). Estudiar medicina implica no menos perseverancia que esa mano que baja y sube sobre la tabla de picar. (“Fuga”, p. 24). Pero lo cotidiano es cotidiano y ya… ¿qué es lo que distingue a estos poemas? Hay que seguir buscando en el universo emocional de esa voz poética que a veces se incluye en un nosotros, y otras interpela a un tercero.
Enchastre, traición, perseverancia: una rejilla hacia donde todo escurre. El marco, una casa extrañada, en la que todo está corrido de lugar, sucio, donde los huevos se fríen en un maelstrom, la fruta se pudre, y el café chorrea sobre los zapatos… este desfasaje parece decir que si hubo algo bueno, ya pasó. “Ayer festejamos a Baco/ Ahora, el televisor encendido trae el invierno/ y la lluvia deja tu nombre” (“En el nombre del padre”, p.21); “Limpio las costras de la fuente/ Sonrío/ Él todavía era joven y bello.” (Continuum”, p.20). Además, todo está fuera de tiempo: si se llega a esa casa para fugarse de toda realidad, qué peor que el otro diga: “Voy a comprar un reloj.” (“Tempo”, p. 23). No entendiste nada o el desencuentro es feroz.
En la presentación del libro le preguntaron a Camerotto por el origen del título. Ella dijo que había estado escuchando esa obra de Beethoven mientras escribía los poemas. Dada la complejidad de su técnica, los críticos consideran a La grosse fugue una de sus piezas más inaccesibles. Algo de esa complejidad pudo haberse filtrado al libro, ya que por momentos su entramado resulta arduo de penetrar. Eso podría ser un filtro para lectores desatentos. Para los que nos gusta el lío, este tipo de poemas incita nuestra curiosidad. Y en definitiva les estamos agradecidos porque nos hacen ir en profundidad.
El libro de Camerotto comienza con la palabra “aprovecho” y termina con “fuego”. Propongamos, entonces, un carpe diem recargado: aprovechá el fuego.
  

Griselda García

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