Personajes
femeninos en la literatura brasileña:
Sumisas
y rebeldes en Machado de Assis y Aluisio Azevedo.
Introducción
En
este trabajo se analizará cómo se configuran los personajes femeninos en algunos
Cuentos Fluminenses, de Machado de
Assis y en El conventillo, de Aluisio
Azevedo. Veremos cómo el trato
masculino en estas obras genera dos modelos de mujer: sumisas y rebeldes. Comenzaremos
definiendo ambos conceptos.
Por sumisión entendemos el sometimiento y
subordinación manifiesta de una persona al juicio o voluntad de otra. En su
etimología significa estar “bajo la misión” de otro.
La rebeldía implica sublevarse frente a alguien u
oponerle resistencia. En base a las ideas de Michel Foucault y Julia Kristeva, identificaremos
a la rebeldía como una fuerza que motoriza la supervivencia personal y el
desarrollo cultural que, por lo general, resiste diversos aspectos del status quo.
Veremos cómo se posicionan los personajes
femeninos frente a la actitud masculina dominante. Sólo uno de los analizados
alcanzará cierto rasgo de rebeldía; el resto sustentará las condiciones
históricas de sometimiento sexual y económico de la mujer. En el próximo
apartado haremos un breve resumen de la situación de las mujeres brasileñas del
siglo XIX y detallaremos las características de los personajes femeninos de
Machado de Assis.
Las mujeres brasileñas
del siglo XIX y los personajes de Machado de Assis
En el Brasil del siglo XIX se fue estableciendo sobre una base
mestiza de negros e indios a los que se sumaron cientos de portugueses,
italianos, alemanes, ucranianos, españoles, y otros inmigrantes que agudizaron
el ya existente problema de una identidad nacional brasilera. Integrarse y
sumarse a las transformaciones mundiales era una tarea urgente para un país que
cargaba con el peso de ser una colonia atrasada. (Accorsi 2006: 23). A partir
de ese momento, Brasil comenzó un proceso de cambios
acelerados aunque con contradicciones: mientras las mujeres intentaban ampliar
sus horizontes de intereses más allá de los hogareños, socialmente se las
confinaba a la casa, donde se les daba -como toda compensación- el derecho a
decidir sobre cuestiones banales del día a día. La Iglesia Católica apoyaba
estas ideas desde el púlpito. Por ejemplo, la revista de características positivistas
O
Apóstolo atacó desde sus páginas a escritoras como Narcisa Amália,
cuyos personajes distaban de las aceptadas por la época. Se creía que el cerebro
de la mujer era caprichoso y estaba dominado por el instinto de coquetería, por
lo que debía ser “domado”. Aquélla, dada su fragilidad, tenía que aceptar la
superioridad del hombre que la defendería ante el mundo. (Accorsi 2006: 10).
La
obra de Machado de Assis se inscribe en el realismo brasileño aunque conserva
ciertos rasgos del romanticismo del período anterior. Bosi sostiene que, en rigor, Machado no fue nunca un
romántico, “aunque sí lo es por el gusto moralista de la fábula que implica, al
final y en las entrelíneas, una lección por extraer”. (Bosi s/f: 4). El
realismo muestra una imagen del mundo objetivo pero lo que lo limita es la
pretensión de establecer una correspondencia entre el texto y la realidad, y la
tendencia a usar el texto para demostrar una tesis determinada. Machado, sin
embargo, no se apegaba estrictamente a estas pautas si no que presentaba
conflictos que revelaban algo valioso o risueño acerca de la sociedad en la que
insertaba a sus personajes.
D’Incaro,
por su parte, divide a la obra de Machado de Assis en dos etapas: la primera, de
connotaciones románticas, y la segunda, de tipo realista. En la primera (mediados
del siglo XIX) se muestran mujeres solitarias, tías solteras o viudas que
cuidan a una sobrina o protegido. Por lo general hay amores imposibles o
prohibidos. En los textos posteriores a 1881, las familias son tradicionalmente
formadas por padre, madre e hijos y los conflictos son triángulos amorosos,
sentimientos ambiguos, celos y casamientos por conveniencia. (D’Incaro 1989: 1).
Este es el contexto socio-histórico en el que Machado
de Assis escribió sus Contos Fluminenses.
Los temas elegidos ofrecen un individuo escindido interiormente entre ser y
parecer ante los demás, en dicotomías bien/ mal, mentira/ verdad, amor genuino/
interés especulativo, entre otras. Como sostiene Cândido: “Toda su obra está atravesada de
un sentido profundo, nada documental, del status,
del duelo de los salones, del movimiento entre los estratos sociales, y del
poder del dinero.” (Cândido
1968: 134), y los resortes de sus personajes son la ganancia, el lucro, el
prestigio y el interés.
Los relatos que analizaremos se encuadran en la
primera etapa de Machado, y retratan las particularidades de la vida cotidiana
burguesa, con tópicos como el casamiento por interés y la búsqueda de ascenso
social. Sus personajes son representantes de la burguesía y quienes motorizan
la acción son siempre los hombres. Partiendo del hecho de que la sociedad de la
época era fuertemente patriarcal y que la mujer estaba sometida al arbitrio
masculino, es comprensible que los personajes femeninos en la obra de Machado sean
mostrados con un halo de negatividad. (Gonzaga 1985: 38). En el próximo
apartado, veremos cómo se da esta configuración.
Los
personajes femeninos en “Miss Dollar” y “El secreto de Augusta”
No
resulta extraño que a las mujeres se las haya visto, históricamente, como seres
frágiles y dependientes del varón. Es importante destacar que desde la infancia
se va forjando la conciencia femenina con juegos-trabajos: cocinar, coser,
limpiar, jugar a “la casita”, a “la mamá”, etc., mientras que a la vez se
desalientan aficiones masculinas y hasta los colores se dividen según el sexo.
Las emociones y sensibilidades se reprimen en los pocos varones que se animan a
mostrarlas, espetándoles el trillado: “Los hombres no lloran.” Estos motivos ayudaron
a mostrar a las mujeres como seres débiles necesitados de protección. Estas
percepciones, aunque en menor medida, aún continúan al día de hoy.
En
el caso brasileño, la estructura patriarcal estuvo legitimada a lo largo de la
historia por la religión cristiana, dado que se naturalizaba el papel de la
mujer como esposa y madre y se restringían otros oficios, dándole poder al
hombre como amo y señor de su casa. Esto puede verse en algunos de los cuentos
de Machado de Assis, en particular en “Miss Dollar” y “El secreto de Augusta”,
donde la mujer responde a lo que socialmente se espera de ella: su educación es
cuidadosa y su comportamiento refinado, no expresa abiertamente su opinión ni
demuestra su simpatía hacia el otro sexo.
En
este marco tal vez se comprenda mejor la importancia del casamiento en la
ficción machadiana: la mujer era un bien de intercambio entre hombres. Primero
le debía obediencia a su padre y luego a su marido. Vasconcelos, padre de
Adelaida en “El secreto…” le dice: “El primer deber de una hija es obedecer a
su padre, y yo soy tu padre. Quiero que te cases con Gomes: en consecuencia, te
casarás con él.” (Machado 1869: 36). Vasconcelos afirma que este casamiento es
una imposición y una necesidad fatal, mientras Margarita en
“Miss Dollar” dice que su enlace con Mendonça es algo inevitable que debe hacerse a fines de salvar su reputación (los
vecinos pueden haber visto a Mendonça entrar a escondidas por la noche a su
cuarto). Imposición, inevitabilidad y fatalidad: conceptos que no dejan lugar a
la elección ni al deseo y refuerzan la idea de destino marcado sin posibilidad
de cambio. También en “El secreto…” Augusta intenta por todos los medios
retrasar el casamiento de su hija, aunque, como veremos después, pone como
excusa que no desea ser abuela. A su vez, Margarita en “Miss Dollar” demora en
elegir pretendiente luego de su viudez, ya que cree que los hombres se acercan por
su fortuna y no por amor verdadero.
Al
inicio de “Miss Dollar”, Machado enumera un catálogo de diferentes mujeres
entre las que se encuentran: una inglesa pálida, rubia y delgada; otra
“vaporosa e ideal como una creación de Shakespeare”, alimentada sólo de té y
bizcochos; una robusta americana, sólida y perfecta; otra inglesa pero de
cincuenta años dotada de mil libras esterlinas y, finalmente, una brasileña
rica. (Machado 1869: 3). Las propone como ejemplos para luego decir que Miss
Dollar no es ninguna de ellas, si no una perrita galga. Este inventario ofrece ejemplares perfectos, sin mácula,
acaudaladas y sin apetitos. Llama la atención el nombre elegido para la
mascota, lo que hace que nos preguntemos si la verdadera señorita Dólar no es
en realidad Margarita, temerosa de perder su fortuna a manos de un pretendiente
interesado.
Con
la serie de transformaciones de la sociedad brasileña que culminan en la
irrupción del capitalismo, la ciudad pasa por un proceso de urbanización que en
los relatos advertimos a partir de la alusión a barrios y calles distinguidas
-Rua da Quitanda, Rua do Ouvidor-; como así también gracias a la presencia de
la moda, fenómeno puramente urbano. (Croce 2012). (Luego veremos cómo en “El
secreto…” la única liberación de la mujer es gastar dinero en ropa y paseos). Margarita
lleva un vestido de seda oscura que realza el color de su piel y aumenta “la
majestad de su porte”. (Machado 1869: 7). Además, se adivina bajo la seda “un
hermoso tronco de mármol modelado por un escultor divino”. (Ídem anterior). La
comparación de la tez con el mármol, imagen muy utilizada en la literatura
romántica, lleva a pensar antes en lo mortuorio que en la piel de una mujer. Otro
de los atributos que se destacan en las mujeres machadianas son los ojos, que
funcionan para el autor como “espejo del alma” y a la vez como reflejo del
comportamiento femenino: “Afirmaba que si alguna vez encontrase un par de ojos
verdes huiría de ellos con terror. (…) —El verde es el color del mar (…); evito
las tempestades de uno; evitaré también las tempestades de los otros.” (Ibídem),
afirma Mendonça en una muestra de profecía funesta.
Veamos
cómo se describe a Margarita: “… amaba a su madre, adoraba a Miss Dollar, le
gustaba la buena música y leía novelas. Se vestía bien, si ser estricta en
cuestiones de moda; no era aficionada a los valses (…) no hablaba mucho pero se
expresaba bien.” Casi un modelo de lo que se consideraba la perfección femenina.
El gusto de Mendonça por los perros lo lleva a incorporar a su colección a
Margarita, sobre quien bien podría decirse, como de sus mascotas, que es
“símbolo de la fidelidad o del servilismo”. (5). Más adelante veremos cómo en la
obra de Azevedo las mujeres son reiteradamente comparadas con animales.
En
“El secreto…” el tema del casamiento por interés se presenta en forma doble:
tanto el padre de la novia como el pretendiente planean obtener la fortuna del
otro a partir del enlace, pero luego vemos que ambos están en la ruina. En este
relato se suceden vanidad, celos, sospechas y especulación. Augusta es descripta
como superflua y sin otro interés que gastar dinero en ropa y paseos. A pesar
de tener 30 años, parece más joven que la hija. Es una versión mejorada de sí
misma a esa edad, ya que, como se señala “… tenía además lo que le faltaba a
Adelaida, que era la conciencia de la belleza y de la juventud”. (24). Blanca y
sonrosada, tiene manos largas que no usa para amar sino que calza/ oculta con
guantes de cabritilla. Augusta antepone el amor propio a todo lo demás,
ubicando a su marido en el rol de proveedor. Éste, a su vez, acepta el trato porque
le permite legitimar sus infidelidades y salidas nocturnas. Podría pensarse que
Augusta es demasiado bondadosa ya que sólo le cobra con dinero, la forma más
barata de pagar (modos más crueles serían cobros simbólicos: castigos, quejas,
escenas de celos, entre otros). La pareja vive cómodamente en su acuerdo dando
una fachada de matrimonio bien avenido hasta que, para horror de ambos, se
acaba el dinero. Esto marca un cambio en Augusta, que pasa de la pasividad a la
acción, desesperada por la miseria que ve acercarse: “… si nuestra fortuna está
menguada creo que debieras estar haciendo algo más útil que conversar; debieras
estar reconstruyéndola.” (39). Implacable, pone al marido a trabajar sin hacerse
cargo de que ella también es parte de esa mengua.
Otra
de las características femeninas descriptas es el cálculo. En “El secreto…”
Vasconcelos le dice a Adelaida: “Hablemos, hija mía, tú eres una niña, no sabes
ser previsora.” (35). Esto nos indicaría que la especulación es un arma
poderosa para la mujer a la hora de hacer valer sus deseos y/o caprichos. Si el
rasgo no aparece espontáneamente, son los padres los encargados de estimularlo:
“Imagínate que tu madre y yo desaparezcamos mañana. ¿Quién te ha de amparar?
Sólo un marido”, dice Vasconcelos a su hija. (Ídem anterior). Al ser recluidas
al mundo pasivo del hogar y sin la necesidad de limpiar o cocinar, las mujeres
tenían tiempo para pensar y hacer planes. Son las armas de estas mujeres
sumisas que viéndose confinadas deben aguzar su imaginación y hacer una
fortaleza de una debilidad.
Por
último, es curioso el envío que recibe Augusta de ropas caras y una novela de
Ernest Feydean, Fanny, que trata
sobre una mujer infeliz en su casamiento. Estos datos ayudan a esclarecer por
qué Augusta quiere demorar la boda: no imagina cómo su hija podría hacer una
historia diferente y, una vez más, la sombra de su propio casamiento infeliz se
vuelve amenazante.
Como
vimos, los personajes femeninos de los cuentos analizados tienen una fuerte
tendencia a la sumisión ante sus padres y maridos. Si logran algún tipo de
libertad, es, como en el caso de Augusta, mediante un estipendio que les pasa
el esposo para gastar en ropas y paseos. A continuación, veremos algunas
características de la ficción de Azevedo.
Aluísio Azevedo y el naturalismo
brasileño.
Si bien el naturalismo brasileño
ya se advertía en Machado de Assis y Raúl Poméia, se instaló con mayor firmeza
con la publicación en 1881 de O mulato, de Aluísio
de Azevedo. Otra novela de Azevedo, El
conventillo, se inscribe en este movimiento. Algunas de sus características
son: a) El compromiso con la realidad: ya que promueve
la observación de un mundo objetivo; b) La presencia de la vida cotidiana: los
escritores naturalistas consideran posible representar artísticamente los
problemas de su tiempo. c) El lenguaje utilizado: se debe aproximar al texto
informativo, simple, utilizando imágenes denotativas en un estilo directo; d) Los
personajes tipificados: por lo general, son representantes de una categoría:
patrón, empleado, propietario, señor o esclavo. Esto permite establecer una
relación crítica entre el texto y la realidad histórica en que se inserta. (Cândido 1959: 189).
El naturalismo exagera el aspecto
negativo de los personajes: lo instintivo pulsional del sexo mostrado con
rasgos animales, las palabras groseras, el determinismo biologicista de comer,
beber, dormir, aparearse, etc. Apenas un producto de la naturaleza, el hombre
está determinado en su temperamento, que por lo general se corrompe debido a
las altas temperaturas de las ciudades.
Para
El conventillo, Azevedo toma como
partida la novela L´assomoir de Emile
Zola, que narra los efectos del alcoholismo, la promiscuidad y la miseria en París.
En El conventillo la acción transcurre en Botafogo, por entonces el barrio
elegante de Río de Janeiro. Según Pasero, en esta obra se corrobora la
concreción del proyecto naturalista: bajos fondos y personajes degradados,
subordinación de la psicología a la fisiología, determinismo del medio. (Pasero
1997: 10). El autor alude al proceso de modernización de la ciudad de Río de
Janeiro pero desde el margen, lugar de inclusión de los sectores populares. Se
enfatiza especialmente lo irracional, la degradación y lo amenazante de las
masas -la turba a la que alude Conrad en Nostromo-.
El conventillo es propiedad de João Romão y se encuentra en
crecimiento constante, adoptando la forma de un ser vivo cuyas funciones
esenciales son nacer, crecer, reproducirse y morir: “Y en aquella tierra
encharcada y humeante, en aquella humedad caliente y lodosa, comenzó a
serpentear, a pulular, a crecer, un mundo, una cosa viva, una generación, que
parecía brotar espontánea, allí mismo, de aquel lodazal, y a multiplicarse como
larvas en el estiércol.” (Azevedo 45).
En el mismo sentido, Cândido señala: “Ligado à natureza, que no Brasil ainda
era presença a ser domada, ele cresce, se estende, aumenta de volume e é
conseqüentemente tratado pelo romancista como realidade orgânica, por meio de
imagens orgânicas que o animam e fazem dele uma espécie de continuação do mundo
natural”. (Cândido 1991: 118). Ese microcosmos podría funcionar como una réplica de
la sociedad brasileña, con sus diversas relaciones interpersonales: “A
originalidade do romance de Aluísio está nessa coexistência íntima do explorado
e do explorador, tornada logicamente possível pela própria natureza elementar
da acumulação num país que economicamente ainda era semicolonial.” (113). Todas las clases sociales encuentran su espacio: la familia
Miranda, burgueses que con su título de nobleza representan a la inmigración
portuguesa en Brasil; João Romão, el comerciante que busca sacar provecho
constantemente, representando a una clase media que quiere ascender -lo que
logra a través del casamiento con alguien de una mayor clase social-; Jerónimo,
el trabajador portugués que pasa por un proceso de abrasileñamiento (122); Bertoleza, explotada por Romão que primero
se sirve de ella como amante y esclava, pero luego no vacila en restituirla a
su antiguo dueño.
Otra
cuestión de estudio podría ser la configuración del narrador creado por
Azevedo. Como sostiene Alabarces: “No se puede hablar de lo popular desde una
lengua popular, porque lo popular no tiene capacidad de auto-nominación. Lo
popular es hablado a través de una lengua docta, siempre.” (Alabarces 2002: 6).
Esta tesis podría resultar útil para pensar el lugar de enunciación en El conventillo. Puede notarse cierto
distanciamiento en el narrador, lo que acentúa la conformación de ese otro
irracional encarnado –especialmente- en las mujeres de clase baja. Sin embargo,
adentrarnos en los alcances y restricciones del narrador excedería la propuesta
de este trabajo.
La actitud de explotador de Romão pareciera generalizarse a
todos los inmigrantes portugueses. Como señala Cândido: “O roubo e a exploração desalmada de João Romão
são expostos como comportamento-padrão do português forasteiro, ganhador de
fortuna à custa do natural da terra, denotando da parte do romancista uma
curiosa visão popular e ressentida de freguês endividado de emporio”. (Cândido 1991: 116). Su incorporación
a la burguesía se narra como algo totalmente sencillo cuya vía de entrada se
agiliza a través del matrimonio con la hija de Miranda. Una vez más se resalta
la importancia del buen casamiento en la sociedad de la época. También los
cuentos de Machado retratan el desequilibrio social entre las diferentes clases
que únicamente pueden aspirar a homologarse a través de una boda. (Bosi s/f: XI).
El pretendiente aparece en inferioridad de condiciones a la espera de ser
salvado por una candidata de la clase alta. En este sentido, se advierten las
dicotomías maniqueas amor interesado/ amor genuino en “El secreto…” y “Miss
Dollar” respectivamente.
Las metáforas espaciales en la obra de Azevedo son también
algo llanas: desde la ventana alta de su propiedad Miranda observa el trajín
del conventillo: “… Miranda se asustaba, inquieto con aquella exuberancia
brutal de vida, enfrentándose aterrado a aquella implacable floresta que le
crecía junto a la casa, por debajo de las ventanas...” (Azevedo 1997: 121), pero al final la situación se invierte y es
João Romão el que observa desde arriba: “Y allí en la cima (…), João Romão,
vestido de casimir claro, con una corbata a la moda, ya familiarizado con la
ropa y con la gente fina (…) lanzaba hacia abajo miradas de desprecio sobre
aquella gentuza sensual, que lo había enriquecido, y que continuaba trabajando
estúpidamente, de sol a sol, sin otro ideal que comer, dormir y procrear.” (124).
Las cosas cambiaron para ambos. Romão ya no mira a su vecino con envidia, dado
que se ha enriquecido y las posiciones sociales y económicas se igualaron, lo
que está indicado espacialmente en este juego de arriba/ abajo.
Otro ejemplo de cambio -aunque en un sentido diferente- es
el que se da en Jerónimo luego de su fascinación con Rita. El portugués adopta
velozmente las costumbres de Brasil. El narrador señala que el hombre se
corrompe, otro de los tópicos habituales en la literatura del trópico donde el
calor degrada al ser humano: “El portugués se brasilizó para siempre; se hizo
negligente, amigo de las extravagancias y de los abusos, lujurioso y celoso.” (99).
Parece darse un triunfo de Brasil sobre Portugal como una especie de venganza
ante el inmigrante que se suma a la explotación de los esclavos del lugar.
Piedade de Jesús, incapaz de superar el abandono de su marido, se vuelve
alcohólica y debe prostituirse, al igual que su hija que por falta de pago deja
la escuela. Otro ejemplo de predestinación es el encarnado por Firmo, amante de
Rita Baiana. Se hace hincapié en su carácter nervioso: “Piernas y brazos
delgados, cuello estrecho, aunque fuerte; no tenía músculos, tenía nervios.” (253).
Firmo encarna el estereotipo del macho de los
bajos fondos, jugador y pendenciero.
En el marco de un espacio reducido como el conventillo,
hemos visto cómo se van entrelazando las vidas de sus ocupantes, tanto
brasileños como inmigrantes. A continuación analizaremos la construcción de los
personajes femeninos en la obra de Azevedo.
Los personajes
femeninos en El conventillo
En El
conventillo las figuras femeninas son retratadas en forma bastante negativa
en su irracionalidad y sensualidad. En la sociedad de la época, las mujeres estaban al margen. Si tenían algún poder era el
de su sexo, ya que se les negaba la voz. En la obra de Azevedo tienen
comportamientos sexuales diversos: Pombinha, luego de poco tiempo de casada con
Da Costa, se convierte en prostituta. Augusta “Carne Mole” está continuamente
embarazada, uno de sus hijos muere en el incendio, su hija Jujú es prostituta y
vive con Léonie; Florinda es violada por uno de los empleados de la tienda,
luego huye, aborta y se hace prostituta; Leocádia seduce al estudiante Henrique
y tiene relaciones con él tras un arbusto, por lo que su marido Bruno la echa
de la casa. Luego ella vuelve y parece haber aprendido la lección: sigue
dedicándose al libre amor, pero con disimulo. Pareciera que las mujeres de El conventillo no tienen otra salida que
la prostitución, y buscan liberarse a través del sexo. El cuerpo es lo único
que tienen para transgredir el orden patriarcal y social imperante. La
prostitución es una actividad más entre los inquilinos; se la naturaliza sin
mencionarla. Cuando se hace mención al oficio, se lo ve como un medio válido
para obtener libertad económica y poder subsistir. En
el trazado de los personajes se observa un marcado determinismo, como por
ejemplo cuando Piedade, aceptando que su hija se hizo prostituta, declara:
“¡Pues bien, sólo se perdía quien ya había nacido para la perdición!” (153).
¿Cómo es el vínculo entre las mujeres y
sus maridos? Veremos que en el caso de Bertoleza ella es doblemente esclava:
del sistema feudal y del nuevo orden capitalista representado por João Romão:
“Él le propuso vivir juntos y ella lo aceptó con los brazos abiertos, feliz de
juntarse de nuevo con un portugués, porque, como toda cafuza, Bertoleza no quería juntarse con negros y procuraba,
instintivamente, al hombre de una raza superior a la suya.” (31). Todo lo que
en Romão es ascenso y esplendor, en Bertoleza es cansancio y decrepitud ya que
continúa siendo “la misma mulata sucia, siempre confundida por el trabajo, sin
domingo ni día festivo; ella, en nada (…) participaba de las nuevas regalías de
su amigo (…), a medida que él trepaba
posiciones sociales, la desgraciada se hacía más y más esclava y rastrera”. (34).
Con los amplios beneficios obtenidos a fuerza de explotar a los demás,
Romão sube en la escala social y busca deshacerse de su mujer. Cuando ella lo
advierte, lo enfrenta con estas palabras: “¡Cuando usted precisó de mí no le
parecía mal servirse de mi cuerpo y sostener la casa con mi trabajo! Entonces
la negra servía para todo; ahora no sirve para nada y se la tira a la basura!
(…) Si a los perros viejos no se los echa, ¿por qué me han de echar de esta
casa, en la que he puesto mucho sudor de mi frente?” (298), por lo que se ve
que a pesar del sojuzgamiento en que vivió toda su vida, esta mujer logra
reaccionar cuando ve amenazada su situación. Aún más: antes que volver a su
situación de esclavitud prefiere morir, lo que finalmente ocurre.
Como vimos en nuestra hipótesis, las mujeres
azevedianas se dividen en sumisas y rebeldes. Todo personaje femenino que no
entre en la categoría de sumisión se vislumbra como un ser amenazante para el
varón. Por la novela transita una gran cantidad de estereotipos con una carga fuerte
de misoginia, alguno de los cuales recuerdan a la vagina dentata y el canto de sirenas por el que los hombres se
extravían. En lo que se dice de Rita Baiana se ve otro prejuicio: “Era voluble
como toda mulata.” (93). Ella encarna la sensualidad
y sexualidad, el café aromático y el parati,
el calor y el olor del cuerpo limpio. En forma similar a lo que se dice de
Bertoleza, Rita prefiere a Jerónimo antes que a Firmo, mulato como ella,
porque lo considera “un macho de raza superior.” (112).
En
varios pasajes se describe la sensación de pérdida de la razón y fascinación de
los hombres ante los encantos de la fisonomía de la mujer. El cuerpo femenino
es visto desde la mirada erótica masculina que no puede contemplar sin poseer. Esta
característica genera a la vez miedo y deseo, como podemos observar en la
escena del baile de Rita:
En aquella mulata estaba el gran
misterio (…): ella era la luz ardiente del medio día; era el calor rojo de las
siestas de la fazenda, era el aroma caliente de los tréboles y las vainillas
(…), era el veneno y era el azúcar sabroso (…); ella era la víbora verde y
traicionera, la oruga viscosa, el mosquito enloquecido que revoloteaba hacía
mucho tiempo alrededor de su cuerpo, exacerbándole los deseos, despertándole
las fibras relajadas por las saudades de la tierra, picándole las arterias para
escupirle dentro de la sangre una centella de aquel amor septentrional, una
nota de aquella música hecha de gemidos y de placer, una larva de aquella nube
de cantáridas que zumbaban en torno de Rita Baiana y se esparcían por el aire
en una fosforescencia afrodisíaca. (114).
En
este pasaje se concentra casi todo lo que va a ocurrir después. A semejanza de
las nubes que presagian la tormenta, el baile señala el punto de giro que está
por producirse en la vida de Jerónimo.
Rita,
que se incluiría en el estereotipo de mujer rebelde, cuando las compañeras le
dicen que se case con Firmo responde rápidamente: “¿Casarme? (…) ¡Líbrame!
¿Para qué? ¿Para ganarme un cautiverio? ¡Un marido es peor que el diablo; en
seguida se cree que una es su esclava! (…) ¡No hay nada como vivir cada uno
señor y dueño de lo que es suyo!” (93). La lucidez de la mulata contrasta con el
sometimiento de las demás mujeres del lugar, que la ven con envidia y
admiración. La mulata es depositaria de los anhelos secretos de las demás, que
viven a través de ella. Rita Baiana simboliza lo mejor y lo peor
del ser femenino: magia y pérdida. Ella defiende su lugar, decide a quién
unirse y muestra una imagen de gran fortaleza y voluntad. Es sensual, alegre,
tiene dignidad y le gusta disfrutar de la vida, lo que la distingue del resto
de las mujeres que no conocen más que el trabajo y la queja. Ella podría ser el
personaje antagónico de Bertoleza, cuyas características son totalmente
opuestas. Veamos cómo se describe a Rita en su llegada al lugar:
En su pelo abundante, crespo y
reluciente, recogido sobre su nuca, había un manojo de albahaca y vainilla
sujeto con un broche. Y toda ella respiraba el aseo de las brasileñas y un olor
de tréboles y plantas aromáticas. Inquieta, contoneando las firmes caderas
bahianas, respondía (…) mostrando una hilera de dientes claros y brillantes que
enriquecían su fisonomía con un realce fascinador. (92).
De esta manera, Azevedo erige a Rita Baiana como una heroína
atípica, rebelde y no sumisa, en las antípodas de las frías y castas mujeres de
Machado que, como observamos, viven enfermas en sus cuartos de eternas
adolescentes.
El texto parece delinear a Rita como un animal
salvaje en busca de su próxima presa, que encontrará en Jerónimo. Este portugués,
al que las nuevas tierras tropicales embriagan, pasa de ser un trabajador
honesto y preocupado por su familia, a extraviarse en los encantos de la mulata.
A esto ayudan el café y el parati, elixires
hipnóticos. La relación entre Jerónimo y Rita tematiza la cuestión del
mestizaje y pone en escena una alquimia entre fisiológica, ambiental y
cultural. (Pasero 1997: 12).
Por
otra parte, caracterizada como una mujer sumisa tenemos a Piedade de Jesús. Ya
su nombre nos anticipa que esta mujer no la pasa muy bien: es tranquila, callada y con saudades de su tierra natal. Mientras Jerónimo disfruta la noche
con Rita ella se queda “paciente y ululante como un perro que espera a su
dueño…” (Azevedo 1997: 240). También Bertoleza es comparada con un perro cuando
se lamenta porque Romão no le presta atención: “¿Qué le costaba a aquel hombre
consentir que ella, de vez en cuando, se le acercase? Todo dueño, en momentos
de buen humor, acaricia a su perro… ¡Pero ni eso!” (266). Más adelante, se dice
que Pataca, uno de los hombres del conventillo, la agarra de improviso “como un
gallo cubre a una gallina” (285); vemos cómo las comparaciones de las mujeres con
animales siguen sucediéndose.
Cuando Jerónimo se abrasileña,
Piedade tiene una crisis y se vuelca al alcohol. Sin un marido, su vida ya no
tiene razón de ser y se abandona por completo. Su degradación y caída en
desgracia es una de las que más grotescamente se exhibe en la obra: “Cuando
Romão entró (…) la encontró bailando, al sol de palmas, gritos y carcajadas, en
medio de una gran jarana, las polleras remangadas, los ojos entornados,
tratando de imitar a Rita en su choradinho
bahiano. Era el payaso de la rueda. Le daban palmadas en las nalgas y le hacían
zancadillas para verla caer y rodar por el suelo.” (282). Los vecinos se burlan
de la decadencia de Piedade, que ven como algo que no se pudo evitar.
A modo de resumen
En
el desarrollo de este trabajo hemos analizado cómo los personajes femeninos de
los cuentos “Miss Dollar” y “El secreto de Augusta” de Machado de Assis y la
novela El conventillo, de Aluisio
Azevedo encuadran en el estereotipo de sumisas o rebeldes. Pudimos observar que
las mujeres de sectores populares como las de El conventillo son básicamente animales ligados a lo primitivo y lo
instintivo. En esta obra se hace foco en la sensación de pérdida de la razón y
fascinación de los hombres ante los encantos de la mujer. El cuerpo femenino es
visto desde una mirada erótica masculina. En este sentido, es Rita Baiana el
único personaje rebelde que se diferencia del resto de mujeres sumisas, ya que
en su personalidad se destacan la capacidad de disfrute de su cuerpo, la alegría
y el atrevimiento de los que carecen las otras. En cuanto a las demás mujeres
que no pueden o no quieren rebelarse, Azevedo parece señalar que la sumisión
vale muy poco en ese ámbito tropical donde el calor, el aguardiente y las
mulatas llevan a los hombres a extraviarse.
Las
mujeres de los cuentos de Machado de Assis son descriptas como burguesas
superfluas y frívolas, inhibidas de mostrarse interesadas en un hombre, lo que,
por otra parte, acrecienta el ansia masculina como se sostiene en “Miss
Dollar”: “Amor desairado es amor multiplicado”. (Machado 1869: 12). Estos
personajes femeninos permanecen recluidos en el hogar del cual son reinas. Si se
aventuran lejos de él -como en el caso de Augusta-, sólo lo hacen acompañadas
de un familiar que las escolta en sus paseos y compras. El tema del casamiento
por interés o por amor se ve retratado en ambos relatos. Vimos además que los
personajes femeninos están en una sumisión total hacia sus padres o maridos.
Como toda rebelión desahogan sus penas despilfarrando el dinero en objetos
innecesarios.
Luego
de este recorrido, podríamos pensar que Rita Baiana, epítome de la rebeldía,
tal vez no pudiera hacer mucho más que bailar y tener sexo como forma de
diversión, sin que haya un cambio real en su situación material, pero en su
afán de no atarse a ningún hombre quizás la pasara mejor que las sumisas
Margarita, que debe casarse para salvar su reputación, o Adelaida, presa de las
decisiones de su padre.
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Se permite la reproducción de este trabajo citando a la autora, Griselda García, y esta dirección: http://griseldagarcia.blogspot.com.ar/
:O Machado Assis, nunca lo he leído,¡Qué verguenza! hay tantas cosas por leer... nunca se acabará la creatividad humana.
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