Foto tomada de aquí
Miguel Ildefonso | Despedida
Dentro de algunos años,
cuando ya definitivamente no haya poesía,
mi alma estará como esa tarde de hace 17 años
cuando en vez de ir a estudiar
me fui al acantilado de Miraflores
a ver algo que a simple vista
no había en ese mar del Pacífico.
cuando ya definitivamente no haya poesía,
mi alma estará como esa tarde de hace 17 años
cuando en vez de ir a estudiar
me fui al acantilado de Miraflores
a ver algo que a simple vista
no había en ese mar del Pacífico.
Pero esto es algo que sólo a mí interesa.
Y aún muerto seguirá interesándome a mí solo.
Y aún muerto seguirá interesándome a mí solo.
Dentro de algunos años – decía –
cuando ya muchos libros se hayan sustraído
de las bibliotecas
para dar iluminación a la noche o luz
a las fogatas de los nuevos muchachos ricos
que acampan en las playas del sur;
cuando los que ahora estudian literatura
definitivamente tengan que correr
a otros trabajos en agencias de publicidad
o en secciones de corrección de estilo en diarios
o de libros de autoayuda y negocios,
sin remordimientos;
cuando todas las escuelas de post-grado de literatura
se hayan cerrado en las universidades
de Estados Unidos
y no se tenga dónde analizar un par de versos de Lezama
o una estrofa de Martí;
cuando el último público de un recital
se haya ido de la sala del centro cultural
maldiciendo la hora en que entró
a escuchar a tal poeta, tan publicitado
en la prensa, pero que al verlo simplemente
era un adefesio;
cuando el último poeta escriba el último verso de la humanidad,
y se de cuenta que desde que escribió su primer verso
todo lo que ha hecho no ha sido más que
un montón de papeles inútiles;
cuando alguien vaya a ver mi tumba
y vea mi nombre, y crea de que se trata de otro poeta,
y diga _ con una brusca sonrisa de horror
que más pareciera una exhalación
extramundana _ : ¿por qué
si lo tenía todo?
cuando ya muchos libros se hayan sustraído
de las bibliotecas
para dar iluminación a la noche o luz
a las fogatas de los nuevos muchachos ricos
que acampan en las playas del sur;
cuando los que ahora estudian literatura
definitivamente tengan que correr
a otros trabajos en agencias de publicidad
o en secciones de corrección de estilo en diarios
o de libros de autoayuda y negocios,
sin remordimientos;
cuando todas las escuelas de post-grado de literatura
se hayan cerrado en las universidades
de Estados Unidos
y no se tenga dónde analizar un par de versos de Lezama
o una estrofa de Martí;
cuando el último público de un recital
se haya ido de la sala del centro cultural
maldiciendo la hora en que entró
a escuchar a tal poeta, tan publicitado
en la prensa, pero que al verlo simplemente
era un adefesio;
cuando el último poeta escriba el último verso de la humanidad,
y se de cuenta que desde que escribió su primer verso
todo lo que ha hecho no ha sido más que
un montón de papeles inútiles;
cuando alguien vaya a ver mi tumba
y vea mi nombre, y crea de que se trata de otro poeta,
y diga _ con una brusca sonrisa de horror
que más pareciera una exhalación
extramundana _ : ¿por qué
si lo tenía todo?
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