María Teresa Andruetto | No se preocupe, madre




Versos de hospital

Un amigo estuvo internado/por una operación extraña/por primera vez me asomé/al mundo de los enfermeros/dice/a la crueldad de los hospitales.

También yo ingresé a emergencia hospitalaria/con un palpitar menguado/Así dijeron los médicos/y me pusieron en la zurda/una pequeña máquina.

Mundo de los enfermeros.

Recuerdo al que me cuidaba/No quería orinar ante sus ojos/ni que viera el pelo de mi pubis/pero él me dijo/Es mi trabajo, madre y me lavó las partes con merthiolate/El muchacho empezaba a ser hombre/los ojos achinados como rajas/Vine a Córdoba a estudiar/dijo/era de un pueblo de Salta/es mi trabajo, madre/no podía levantarme.

Crueldad de los hospitales.

Yo en una cama/ otra mujer en la otra cama/amigas por esos días/Él le dijo al poner la chata/hay sangre, ¿está menstruando?/A ella le dio vergüenza/se me adelantó la regla... perdoname/No se preocupe/dijo el muchacho.

No se preocupe, madre.

De azul hielo en la noche/el televisor encendido/y nosotras en un barco/a merced de aquel muchacho/que limpiaba nuestra sangre/y nuestras babas.
Así es nuestro trabajo/dijo/y nosotras/coloradas de vergüenza/diciendo y diciendo/
Gracias


Una mujer y un caballo

A Catalina


Cierto día, en un campo de allá lejos
una yegua se preñó y al potrillo que le vino
lo llamaron Milagro. Una mujer tira de las riendas
con la pollera desprolija entre las patas. Sostiene
lo que está en el lomo y en la grupa. Primero
ensilló el caballo, después le dio de comer,
antes lo vio asomarse (grácil, delicado)
entre las patas de su madre.

En el incendio de los maizales
y en las espinas de los tunales
una mujer y un caballo
se sostienen.


María Teresa Andruetto (Arroyo Cabral, 1954), Poesía reunida. Ediciones En Danza. Buenos Aires. 2019.

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