Carina Sedevich | Gibraltar



Carina Sedevich | Gibraltar 



Dispongo una manta a los pies de la cama.

El fulgor de la luna en la ventana
se disipa cuando cierro los postigos.

Escucho a mi gata mientras bebe
de una taza olvidada en la cocina.

La noche entre las dos es agua dulce.
El corazón no se recoge ni desborda.

Comprendo que la soledad, como el amor,
trascurre mejor para un espíritu austero.



/


Mi hijo llama por la madrugada desde Gibraltar
donde hay mucha bruma sobre el mar, me dice.

Aquí se escuchan los teros sobre el campo.

El eco de la bomba de mi corazón
podría percibirse con las manos.
Quizás como una soga áspera y mojada
bajando la roldana de un aljibe.

¿Es posible el frío que sube desde el agua?
Tal vez el frío, hijo, nos perviva.


/


El olvido es un fruto que requiere trabajo.

Casi siempre tardío, pero rara vez dulce.
No es uva ni es la parra donde pende el racimo.

No es como la sombra que daría la parra
ni como sus raíces contraídas y bruscas.

Se parece a la piedra del cantero y la fuente
que apisona la parra, que la ordena y la ciñe.

*

Hay que hacer saltar el olvido de un golpe
como a una piedra caliza en la cantera.

Que se entibie en la mano que quiera tallarla.
Sea opaca a los ojos. Sea venérea y ajena.

*

Una piedra tan blanca es casi como un niño.
Casi un sacramento para mí.

Inclino mis huesos como panes ácimos
sobre cunas que guardan el amor ajeno.

Qué fue de la ternura que pude sentir.
La siento en la garganta bajar como una hostia.


/


Mi corazón, aunque avanza el otoño,
anda ligero como las isocas.

Que alguien me libre de pisotear, borracha,
la flor que crece en el solar que amo. 



  

Carina Sedevich (Santa Fe, 1972), Gibraltar. Dínamo poético editorial. Unquillo. Córdoba. 2015.

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