Irene Gruss | Movimiento
Una mujer sola frente al mar
es más majestuosa que él.
Puede pasar una gaviota
augurando la muerte
o puede caer el sol humedeciendo
las lonas de las carpas
hasta apagarlas,
pero una mujer
frente al mar
mece su soledad como una dueña
y no se estremece.
La luz del mar tiene la importancia
y el movimiento de su ánimo, de su alma.
El viento suena alrededor
de la mujer
y la despierta:
ahora se trata de la playa sin luz, una mujer,
el sol caído, el sonido del mar,
carpas levantadas,
el viento que lo da vuelta
todo.
Tercera persona
Tiene problemas con su lenguaje:
habla y no se le entiende,
escribe y no se le entiende.
Ironiza, da todo
por sentado, cree que lo que ve
es simple,
claro,
nada fácil para traducir.
Por ejemplo, mira la luz
natural:
la conmoción no le basta.
Pide un vínculo,
no sabe, no puede retener
sólo palabras
ni solamente
hechos,
luces,
delicadas luces.
Silencio
Es aquí un misterio natural,
aquí donde el silencio es mago,
mi señor. Lo único que cruje es el pasto.
El amor resuena
como un verso antiguo.
Resuena menos que el silencio
y más que los grillos.
Nadie ocupará su lugar, su silla.
Canta conmigo como yo,
con la boca cerrada. Tranquilo como yo despierta
y pone a mover las cosas,
a que hagan su ruido. El silencio sabe
por qué calla; hace decir y calla.
Misterio natural a la hora dorada.
Débil de corazón
Tuve dos maridos, el primero un romántico
y el segundo un cuáquero.
Hastiada del desenfreno (café y
aguardiente a la mañana, mucho betún
en los zapatos y una camelia falsa
en el broche de la blusa) del primero,
elegí al segundo y tampoco
me satisfizo.
Entonces me hice de amigas. Reímos como locas
y nos fuimos cada una a casa. Esto no era
lo que yo quería, dije en el momento
de precisar el lenguaje. Ah,
corazón mío, no debilites ahora
que viene lo mejor, no debilites,
y enfrascada
me puse
a leer ficción.
Irene Gruss (Buenos Aires, 1950), La mitad de la verdad. Obra poética reunida 1982-2007. Bajo la luna. Buenos Aires. 2008.
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