Rafael Felipe Oteriño, Viento extranjero
Gallo ciego
Buscamos la forma verdadera de las cosas.
Manos aviesas nos hacen girar tres veces
e iniciamos la búsqueda por un extremo.
Avanzamos, tropezamos, ceñimos el aire,
y otras manos nos apuran
hacia un fondo que no está en nuestra alma.
Reiniciamos la búsqueda por otro extremo.
Un paso, otro paso, una avalancha de sombras
y el mundo entero que se deshace.
Hasta que el juego termina, arrojamos la venda
y sólo esas manos y el miedo eran lo real.
Dos fotografías
1. Fuera de foco
a Horacio Castillo
En esa fotografía estamos los dos fuera de foco.
Quien la obtuvo no fue hábil o un alma lo rozó por detrás.
Quizás se distrajo por la inminencia de nuestros próximos pasos.
Sí, tal vez esto último fue lo que ocurrió.
Porque yo iba a regresar, esa misma tarde, a casa
y vos emprenderías el viaje hacia una boca desconocida.
Es una imagen sabia, sin duda: una anticipación.
La lente captó lo que todavía no había ocurrido,
pero que ya estaba, en el orden de las cosas, por suceder.
La luz nos conduce desde muy lejos.
Insomne, quebradiza, desciende un telón rápido,
que parte en dos la tierra y a nosotros con ella.
Los dos, es cierto, permanecemos fuera de foco,
en una bruma que es una anticipación
y que, para esta cabeza descarnada, es todo y nada a la vez.
2. Instantánea
a Javier Adúriz
Ahí estamos los dos:
yo, un poco más alto, porque tu cabeza
se inclina hacia la mía;
detrás, la escollera es un puente tendido
hacia algo que todavía no se ve.
Pasaron los años y continuamos ahí,
fijos ante la cámara, es decir, ante hoy,
señalando que el tiempo es ingrato
con sus hijos: los reúne
y los separa -metódico, inflexible-
sin levantar la voz ni oscurecer la tierra.
Rafael Felipe Oteriño (La Plata, 1945), Viento extranjero. Ediciones Del Dock. Buenos Aires. 2014.
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