Silvio Mattoni | El baño



Silvio Mattoni | El baño


Un conocido mentiroso griego

dijo que el heroísmo nunca era
criar, aseados, a los niños. Pero
teníamos poco más de veinte y Francisca, 
un mes, nos observaba. La pusimos
en una bañera de plástico azul
donde su cuerpo movedizo se asombraba
por el líquido tibio. Vos le sostenías
la cabecita rapada, yo pasaba el jabón
casi sin espuma deslizándolo sobre
su ombligo nuevo. Tu alegría surgió
inevitable, te reías, y a todos
les contagiabas valor, como una imagen
pequeña de dioses más inteligentes
que los míos. Dijiste: "Agarrala bien, 
así le lavo los pies." Y quién querría 
afrontar la vejez, la declinación
de los sentidos si no tuviera que mirar
cómo crece una heroína junto a otra,
cómo prueban sus armas, sus retóricas,
porque con ellas repetirán el sí
dado al mundo, esa pulcra devoción 
que se ejecuta con necesaria crueldad 
a veces. Es fácil responder por qué
alguien ama a una mujer más
que a las mujeres, atraído por el perfume
de lo que hace crecer, mosca estival
como la esperanza de grabar en bronce
versos libres. Con un rodete, ropa suelta
y brazos desnudos, acariciabas a tu hija
y me enseñabas la casa del afecto,
animándome a ser lo que creí 
que no podría. Te sigo a todas partes
y mientras tenga fuerzas defenderé tus signos
pensando que nuestros cuerpos, su alegría,
todavía tienen tiempo y no se rinden.



Silvio Mattoni (Córdoba, 1969), La pieza de los chicos. Ediciones Ruinas Circulares. Buenos Aires. 2013.

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