Foto: Las elecciones afectivas
Alejandro
Nicotra,
De una palabra a otra. Ediciones Del
Copista. Córdoba. 2008.
Para observar ciertos fenómenos de
la naturaleza hay que estar atentos. Las estrellas fugaces que nos regalan su
luz llegan sin anunciarse. Algo similar sucede con la poesía de Alejandro
Nicotra. Su lenguaje tal vez resulte algo hermético en comparación con la
amplia mayoría de los libros que se editan en la actualidad. La conocida frase
de Osvaldo Lamborghini “Primero publicar, después escribir” fue una máxima que
algunos autores decidieron seguir como un evangelio. De esa doctrina a la
poesía aún le cuesta reponerse.
Ignorando las estridencias urbanas,
sus poemas se abren paso con la fuerza de los primeros brotes tras un invierno
arduo. Tienen la contundencia de quien conoce su oficio y no duda. La búsqueda
de la palabra precisa se vuelve encuentro con el lector que la celebra.
Para disfrutar estos breves poemas
habrá que aquietarse, disponer de un lugar calmo, a salvo de las interrupciones,
casi como en una meditación.
Al avanzar en la lectura nos
sumergimos en un estado de quietud como en aguas de las que no nos interesa
salir con rapidez. De la serenidad conseguida surgirá, después, la segunda
lectura, ya sin la voracidad de la primera.
Cuando la ausencia es un párpado
cerrándose sobre la ciudad de noche y cada hoja al desprenderse del árbol crea
un abismo Nicotra teje, de una palabra a
otra, una tela sutil pero resistente: “Llamo a las palabras/ como a los
pájaros en el jardín, / ofreciéndoles/ agua y pan de mi silencio, / que se
parece a mi vida”.
Sin abrevar en las fuentes del “color
local”, la presencia de las serranías se dibuja suave en la distancia como
telón de fondo.
Si Mario Trejo en su notable libro El uso de la palabra asevera: “Sólo
tengo dos patrias, la infancia y los amigos”, Nicotra nos dice: "Hoy mi
callar se hundió en su carne/ y ha embriagado mi lengua/ algo como una
infancia, o un amor". La infancia y el amor, esas dos patrias que insisten
y dan razón de ser a la lengua, y luego al poeta.
El poeta es un artesano (il miglior fabbro): “Quisiera hacer de
este día/ un objeto, puntual tal como un cántaro/ o una lámpara: / el poema/
que aparente ser sólo superficie/ —pero que guarde/ sin embargo (¿para cuál
hora tuya?)/ la llama, el agua fresca.” De la naturaleza de la poesía nos habla
aquí Nicotra. Quería hacer un objeto y lo ha logrado: pulido, el poema brilla.
Este libro es un fuego tenue que a
la vez ilumina y da calor. Una poesía que está muy cerca del silencio. Las palabras
vienen así a revelarnos ciertos sucesos que toman un significado distinto,
nuevo, profundo y ahí cobra fuerzas el poema. Pura degustación de las cosas
sencillas, que al final terminan siendo las únicas que importan.
Griselda García
Se permite la reproducción de este trabajo citando esta dirección: http://griseldagarcia.blogspot.com
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