Foto: Jorge Freidemberg
Irene Gruss | Era
Yo era la que dormía
y despertaba
con un hombre no a mi lado
sino en mi cabeza.
Ellos levantaban la persiana y me
hacían renegar por lo rayos
del sol, cuando era de día, o
por lo tarde de la hora,
cuando las hojas del tilo rechinan
y agrietan entonces el aire.
Yo me dormía pensando en
la cara y el gesto
del próximo hombre, y éste
no llegaba nunca ni se atrevía
a golpearme la puerta.
La mañana era siempre igual:
desinfectaba los delirios nocturnos
suavemente, y amontonaba
ecos, almohadones desamparados.
Irene Gruss. La mitad de la verdad. Bajo la luna. Buenos Aires. 2008.
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