Miryam Hache | Mi amiga dice que deberíamos congelar nuestros óvulos

 



Miryam Hache | Mi amiga dice que deberíamos congelar nuestros óvulos

 

Mi amiga dice que deberíamos congelar nuestros óvulos.

Por eso de que estamos en el pico de la fertilidad y luego ya nunca más

y luego ya.

A mí, que me gustan tantos lxs niñxs,

me parece sensato,

y entonces miro por la ventana y veo solo gente corrida por el viento

o fui solo viento,

porque no podría entrar

siquiera

en la patética mercantilización de la vida

que prosigue alimentada de monedas cada vez más etéreas yo,

si quisiera,

no podría abonar la cuota,

ni el procedimiento,

ni la expectativa de un refugio firme después del tiempo yo,

volví a coger con hombres de otros países,

y he vuelto a tener amigas de veintipocos años

y ya ni sé si son ellas las avanzadas al mundo

con sentimientos de rebeldía tan acordes a estar vivas,

con la disconformidad del que piensa tan en la lengua,

o si yo las elijo para preservar la idea

de un futuro posible,

para proyectar juntas,

la idea de un futuro posible,

donde todos somos lo que queríamos ser,

lo que debíamos ser,

y yo no era esta que sube a la cima de un cerro a buscar la redención

o la iluminación en un retiro colectivo al desierto

yo,

ya había entendido el absurdismo de Camus,

y era Sísifo el héroe del sin sentido en en el ocaso

del centro,

de todos los centros trazados en mapas.

 

Pero hace años que Sísifo ya no sube montañas,

y se desplaza entre raves y ciudades,

entre nosotras y planicies,

y a nadie le importa

porque estamos leyendo nuestras cartas astrales online.

 

Andamos yermas pero hemos probado casi todas las drogas,

y no, no sé amiga,

si me sigue preocupando

si criaré a los hijos de los otros

o si no criaré a nadie nunca jamás

y no serán mis células reproduciendo la vida

entremezclada a las fauces del capital.

Nosotras andamos

tan sin hijos

pero tan acompañadas

que quizá la vejez

llegue trenzada de hábitos comunales y parques.

¿Yermas?

Vos que arrancaste mil proyectos

y viajaste a todas esas ciudades

y yo que leí tantos libros y tuve tantos trabajos,

y nosotras que vamos ungidas de brotes por todas las películas que hemos visto,

y todas las fiestas y tardes de lagunas al sol,

y nuestros cuerpos

que han dormido en todos esos aviones y barcos

 

tal vez nunca germinen más vida que la nuestra,

 

y se deshaga aquella idea de un futuro estable

en la explanada de una tierra tan firme

como su manto de basura,

como la cadencia de la enfermedad de aquellas madres,

de algunas madres,

que solo supieron ser madres,

y se anularon como artistas,

y se anularon como mujeres.

 

Nuestras propias y santas madres

que devinieron estampas de madres

y nos rompieron el corazón.

 

Tal vez aquella idea vetusta sobre el futuro que vendría

deje de importarnos

y yo pueda acostarme con hombres y mujeres de tantas edades

y entremos en un círculo vital,

en un hilo de música

en el que pueda escribir:

El futuro no existe y ya no me importa.

Y sigamos metidas en la armonía del bucle sin tiempo,

y todo aquello que debíamos ser

se nos quede adentro

del olvido más cierto.

 

Miryam Hache (Buenos Aires), He visto a las mejores mentes de mi generación trabajando en un call center. Disponible en https://miryamhache.bigcartel.com/

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