Foto: La Voz
María Calviño | Superficies cultivables
Intereses creados
It must be your imagination then, and not theirs.
Hipólita (A Midsummer Night’s Dream)
No tengo más remedio que decir
las cosas con palabras; si se vuelven
trama de sueño que refleja o sombra
que ampara pasó antes; si son hilo
que ata o filo que corta es noticia
de ayer. Porque las cosas pasan
sin decir su nombre hay agua
para tomar, agua para mirar,
ojos de agua; hay fuego
de hogar, fuego fatuo,
piel de fuego; hay alas de volar,
agujas de reloj, tiempo
que corre.
Por eso te digo que le pido
al viento de vivir
que no te vayas.
Comentario sin título
para José Di Marco
Yo creía que el pozo mismo era de palabras,
sabía atravesar zonas inestables y no podía
imaginar que alguien cavase en ellas.
Algunas veces viajando con vos, mirando desde el ómnibus
pasar las cosas que no pasan (postes de luz con nidos
enormes en los cables, las cabinas de cobro de peaje,
charcos,
bancos de plaza, bares vacíos en pueblos quietos
como el campo) me pareció que era posible.
Cavar palabras -descendientes no reconocidas
de algún otro cavilador anónimo y
de pronto ese áspero idioma de cavar
dice algo que comprendo: sílabas de lo atónito,
memoria dolorida sin eco ni azogue,
el mapa interior de esta llanura indiferente
y su horizonte un desierto
a cualquier hora, si cuando disipa
la noche toda noción de paisaje
viajar a cualquier parte es regresar.
La intención de cavar oye silencio
en el canto o al dorso de las palabras,
como vos le decís.
María Calviño (Córdoba, 1961), Superficies cultivables. Ediciones Del Dock. Buenos Aires. 2017.
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