Juan Carlos Moisés | Una carta de amor
Un corte de energía nos ha dejado mudos
para el mundo desde la mañana,
y las pocas cuadras que nos separan
nos han incomunicado como si estuviéramos
a cien o mil kilómetros de distancia.
Si me viera en la necesidad de hacerte llegar
un mensaje breve o quisiera tener el gusto
sólo de escribirte no podría ni sabría hacerlo
del modo instantáneo en que lo permiten
las maravillas tecnológicas que ya son
inseparables de la intimidad de nuestras vidas.
Debería provocar el momento ahora que todo
se ha detenido y se puede sentir lo que bombea
y fluye por el pulso, algo que en otro tiempo
no era la excepción sino la regla de los días.
Lo haría solo para repetir lo que una vez
fue desafiar a las leyes del sentido común.
Una mañana te escribí una carta con
mi letra, que reconocerías al verla.
La escribí en el sobre. Quiero decir que
escribí la carta directamente en el sobre,
hasta cubrirlo de ambos lados y de cabo
a rabo con palabras que eran para vos.
En un papelito escribí tu nombre y nuestra
dirección, y lo puse dentro del sobre.
Le pasé la lengua y lo pegué, lo mismo
hice con la estampilla antes de zambullir
la carta en el buzón siguiendo el rito perdido.
Me pareció un acto de justicia poética
que los otros, los empleados del correo,
el cartero y todos los vecinos del pueblo
que fueran consultados para poder llevar
la carta a destino, leyeran mis palabras
para vos, supieran de qué estaba hecho
nuestro amor, pero no les fuera posible
conocer al remitente ni la destinataria.
Juan Carlos Moisés (Sarmiento, Chubut, 1954), El jugador de fútbol. La Carta de Oliver. Buenos Aires. 2015.
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