Alicia Genovese | La contingencia
Alicia Genovese | La contingencia
La apaleada
En la adormidera del ocio
de enero
vino la apaleada,
el pelaje agujerado,
el barro viejo
sobre sus manchas blancas.
Teclas sordas tocaba
debajo de la casa
como si no estuviese.
Débil me seguía
a todas partes
con su flacura de caderas.
Días pasó de abandonada
de cara a mí
que me movía por el terreno
con la tarea secundaria
de no verla.
Muda permaneció,
la cabeza baja,
cuando yo hacía
el aspaviento de echarla
hacia el hogar inexistente.
En el felpudo de sus noches
quedó su fantasma
de apaleada
y reaparece sobre mi ocio.
Cómo haré para no ser yo
la inexistente, mi doble
sobre el yute
polvoso de la puerta.
//
el pescador de perlas
que se sumerge
una y otra vez
en el agua,
debe saber de lo que hablo
alguien que saborea
un fruto aceitoso y semiamargo
para seguir amando
la cáscara que lo contuvo,
debería comprender
el coleccionista exquisito
que en la falta de nitidez
de una piedra preciosa
reconoce
la línea irregular
que la hace
única, sabe
lo que digo
la luciérnaga que encuentra
una noche al fin
para su sístole y su diástole,
me comprende perfectamente
nada tengo que explicarle
a esta mosca
yendo y viniendo obsesiva
por una gota dulce del desayuno
eternamente podría entenderme
con el pescador de río
la canoa a oscuras
los ojos atentos en la línea quieta
hasta que el farol alumbra
muy cerca, la esperada
tan cerca, la inequívoca
ondulación del pez
Alicia Genovese (Buenos Aires, 1953), La contingencia. Gog y Magog. Buenos Aires. 2015.
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