Javier Galarza, Lo atenuado



Javier Galarza, Lo atenuado


Odres


Algo falló a la salida de Cafarnáum.
Preguntaste si aún llevaba los dones conmigo.
"No lo sé. Tengo el barro, los odres y las tinajas".
Dijiste que sólo el vacío de los cuencos era real.
Me pediste un abrazo.
No porque todo se desmoronara.
Sino a pesar de eso. 



Efecto Pigmalión


Como el rey Pigmalión, que abjuró del mundo
y solo de lecho, se dedicó a esculpir en marfil
estatuas de mujeres a las que amar.
Como ese mismo rey, que un día logró la escultura
más hermosa que mortal alguno haya soñado.
Y se enamoró de su creación y durmió junto a ella
y vistió a la efigie y la adornó y la besó con pudor
y palpó las formas frías de su Galatea.
Y no siendo suficiente ese sueño, ese mismo sueño,
pidió a la diosa Venus que le diera vida
y Galatea cobró temperatura y humedad
y habló y dijo: estoy viva porque creíste en mí,
porque me amaste hasta darme realidad,
pero como los poemas, lo creado no nos pertenece,
y debo partir y hacer mi camino
y aprender a crear belleza por mí misma
y a ser un poco de este mundo que me espera.
Así como Pigmalión o los poemas,
lo solo y desprovisto
debe seguir probando formas,
posando las yemas de los dedos en la belleza,
para aprender a perderla.



Javier Galarza (Buenos Aires, 1968), Lo atenuado. Audisea. Buenos Aires. 2014.

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