Diana Bellessi, Talita Kumi: desaparición y aparición



Diana Bellessi, La desaparición de Talita Kumi


¿No voy a acariciar más tu orejitas suaves de color

té con leche? ¿y tu barbita feroz y el flequillo rebelde
que te oculta los ojos? ¿y tus piernas elegantes y erguidas
y esas caderitas que te gusta las friegue y al lomo
donde se aposentan las pulgas? ¿no vendrás a dormir
junto a mis costillas ahora que refresca y llega el otoño?
¿no te comerás los trocitos de pollo que guardo para vos
ni veré tu dormir tranquilo con la pata levantada
o el gemido del sueño que de tanto en tanto te ataca?
¿no oiré tus ruiditos por la casa ni esa manera de venir
a saludarme esté donde esté de vez en cuando? ¿ni felices
saldremos a caminar por el sendero verde de la isla,
vos chocándote con mis piernas en estos meses de ceguera?
La casa está vacía y yo, una bolsa vieja que se llena
con mis lágrimas, Talita Kumi, que escapaste al monte
o caíste al río a las siete de la tarde del día once
de abril cuando cortaba una caña de ámbar reluciendo
blanca en el costado de Appenssel como una tentación 
de las flores al anochecer. Te he buscado noche y día
mi bebé, mi amiga, mi familia como siempre te decía
te acordás? Te he llamado en voz alta, bajito y entre lágrimas
y te llamo por escrito de todas las maneras en que sé
y ahora siento que estás lejos y no te veré acercarte, sucia,
asustada y alegre como otras veces en tus escapadas
monteras tras los cuises y comadrejas, ¿qué deshace
Shiva?, deshaceme a mí, no a ella, mi inocente, o acaso
desaparecés en tu ley, Talita Kumi, y libre de la rienda
que siempre te protegía, con ella a cuestas pero libre
al fin, la rienda roja, pequeña reina mía, mi Aquiles
diminuto... tus aventuras son leyenda por aquí...
Me habían prometido dieciocho años juntas, ¿habrás 
soportado el agua fría de la noche, los días sin 
comer en el monte? No sé, no sé, que no sufras, compañera,
   para eso estoy yo...



Diana Bellessi, La aparición de Talita Kumi



Río y no me salen palabras frente a vos,

Talita Kumi,
las patas embarradas y sangre en las orejas
estás de vuelta
en casa, tres días sin comer perdida en los juncales
del río al frente
y como loca te acaricio sacándote
la rienda roja
sucia de barro y nadie me entiende como si fuera
una Casandra
que dice sortilegios de alegría y de amor
mi campeoncita
nadaste contra corriente y sos mi adalid
mi heroína
de odisea salvándote del mal y las sirenas
por tu fuerza
y tu sublime inteligencia, pequeña mía
cómo te amo
cómo agradezco a Shiva y a todo el panteón
que nos da una chance 
de volvernos a juntar en esta orilla que ahora 
brilla en tu presencia,
y sin que medie nada te vas a tu canasta 
para dormir
hasta mañana y recién entonces me lamés 
la cara, misión
cumplida dice la inocente austera, afuera
de la noche y el mal...



Diana Bellessi (Santa Fe, 1946), Pasos de baile. Adriana Hidalgo editora. Buenos Aires. 2014.

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