PH: Annie Leibovitz
Patti Smith | Tejiendo sueños
Era una tarde húmeda, vaporosa, y aunque estaba de buen humor, notaba en las muñecas, en todo el cuerpo, la tormenta que se avecinaba. En la esquina había una bañera cilíndrica colocada del revés que utilizaba como mesa para poner mi dorje, un pequeño arcón, un cuenco de plata para ofrendas y una lámpara de aceite tibetana, pequeña pero muy antigua. Lo retiré todo con cuidado y lo envolví en una tela. Luego limpié la bañera, la llené con agua muy caliente y sal morena, y me bañé un largo rato. El dolor de las extremidades se fue con la sal, y después de una sencilla comida a base de pan y café saqué el costurero. Quería hacer una colcha para mi hermano: una colcha de retazos para un cowboy. Pero como yo cosía a mano despacio y con poca destreza, él seguramente soportaría varios inviernos sin ella.
Era una tarde húmeda, vaporosa, y aunque estaba de buen humor, notaba en las muñecas, en todo el cuerpo, la tormenta que se avecinaba. En la esquina había una bañera cilíndrica colocada del revés que utilizaba como mesa para poner mi dorje, un pequeño arcón, un cuenco de plata para ofrendas y una lámpara de aceite tibetana, pequeña pero muy antigua. Lo retiré todo con cuidado y lo envolví en una tela. Luego limpié la bañera, la llené con agua muy caliente y sal morena, y me bañé un largo rato. El dolor de las extremidades se fue con la sal, y después de una sencilla comida a base de pan y café saqué el costurero. Quería hacer una colcha para mi hermano: una colcha de retazos para un cowboy. Pero como yo cosía a mano despacio y con poca destreza, él seguramente soportaría varios inviernos sin ella.
Disfrutaba con la tarea no solo por amor a mi hermano, sino
también por cada retazo, ya que todos eran vestigios de nuestra niñez o de
algún lugar lleno de vida. La tela a cuadros de nuestras camisas, el bordado en
relieve del vestido de mi hermana, la franela marrón de Nepal, el raso muaré
del estudio de Robert, la guinga, los terciopelos... cada retazo me
transportaba, como una semilla silvestre o una taza de una infusión poco común.
Sin embargo, confieso que la tarea me adormecía, y me dejé llevar hasta un
lugar que parecía más presente que yo misma, ahí sentada, cosiendo sumisa
mientras mis dedos dejaban escapar el hilo para reunirse con mi mente en otra
parte.
Patti Smith, Tejiendo sueños. Lumen. 2014.
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