(a Pablo Marrero)
Uno soporta la intemperie
del mundo
sin saber casi nada
afuera, los ojos de la noche
tiritan contra los
ventanales
inofensivos hombres deambulan
con sus penas grandes
otros hunden sus colmillos
sin perder el suelo.
Uno es un barco
y su pecho un océano
entonces
construye la fábula del mar
y enciende la lámpara
para que nadie se confunda.
Ese hombre
es un puerto
y en su rostro sobrevive
la memoria.
Carlos Carbone (Buenos Aires, 1959), Áspid, Ediciones El Mono Armado, Buenos Aires, 2011.
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