¿Será que yo no deseaba ganar? Participaba
por esas cosas del juego: el hombre creó
una sociedad competitiva. Entonces
qué deberíamos esperar de aquel niño
con la raqueta en las manos. En algún torneo
se tiró para atrás, perdió a propósito. Él no quería
quedarse a dormir en lugares desconocidos.
Detrás del tejido del court, nadie podía comprender
la voluntad desolada del infantil jugador
defraudando a su público. Después
se endureció: aprendió a ser un viajero
peloteando por el mundo. Como una mancha
oscura el dolor (de a poco) se propagaba en su pecho.
Montañas rusas con olor a felpa amarilla.
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