Claudio LoMenzo | A centímetros de la selva



Claudio LoMenzo | A centímetros de la selva


El pelaje no alcanzó para darle batalla al sueño.

¿Y su disfraz de nena?
Estufas de neón piden los cuerpos
que han soñado con la muerte del deseo.

Desnuda montaba por las noches un dragón.
Llevaba bocanadas de fuego y un mapa secreto
en los ojos. Conocía el hambre, y la conquista.

Cuando desperté, ya estaba despierto.
Rarezas que tal vez conozcan aquellos que han intuido
lo recién venido, lo que en breve va a acontecer.

A tientas la encontré entre las sábanas.

La piel húmeda, el cuerpo jadeaba secretamente.
No sólo su boca era una fiesta de jugos.
Apenas rocé los pezones y mis manos descifraron el mapa,
la noche y su cara rebotaron y rebotaron
contra el almohadón de plumas.

Finalmente susurros de muñeca empapelaron
la pared del cuarto 107 donde ahora la claridad nos intuía.
Sobre nuestros hombros, un brilloso manantial de luz,
patinaba en nuestro aceite de calma.

Y otro breve y extasiado sueño demoró la mañana.
Me detuve en los ojos carnívoros de los lobos,
en ese ruido inquietante e indescifrable,
y en las imágenes de un color verde profundo.
Contaba además los centímetros que nos separaban de la selva.

Cuando me dormí, ya estaba dormido.
Rarezas que quizás conozcan aquellos que han creído
que de vida, los sueños merecen ser soñados.

Con la luz del mediodía tu sombra regresó otra vez,
montada en el duro pelaje de un dragón.
Nena.


Claudio LoMenzo (Buenos Aires, 1962), inédito exclusivo para este blog.

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